Uno de los acusados por el crimen del diácono confesó en un video: «Queria obligarme a tener relaciones con él»

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Roberto Javier Céspedes se entregó junto a su novio, Leonel Iván Martínez por el crimen del diácono Guillermo Luquin. En un video confesó qué fue lo que pasó la noche del sábado.

Roberto Javier Céspedes se entregó junto con su novio Leonel Iván Martínez por el crimen del diácono Guillermo Luquin, cometido en la medianoche del sábado en su casa de Temperley. Tras la detención se conoció un video que grabó en donde confiesa el hecho y cuenta en detalle qué fue lo que pasó.

«Hola, me llamo Roberto Javier Céspedes, hablo por el caso de Luquin, Guillermo… Empezó esto cuando yo tenía unos 15 años…», comienza el relato. El hombre hoy tiene 18 y su pareja, el otro detenido, 20.

El video dura poco más de 7 minutos y Céspedes confiesa que mató al diácono porque el hombre quiso obligarlo a tener relaciones sexuales y abusó de él.Además, muestra las lesiones que quedaron en sus manos.

Esta es la confesión completa que aparece en el video:

«Hola, me llamo Roberto Javier Céspedes, hablo por el caso Luquin, de Guillermo, el diácono asesinado en Bombero Ariño 829».

«Empezó esto más o menos cuando yo tenía 15 años. Cuando me iba para el colegio, el diácono se acercaba cada vez que yo salía de mi casa, acosándome, preguntándome si necesitaba algo, si quería ir a tomar un café, si quería que me saque del colegio… yo siempre le decía que no, pensando que me quería preguntar una dirección porque no suelo acercarme a coches que no conozco».

«El chabón seguía insistiendo en que quería tener algo conmigo, me pasó su número. Me dijo que se llamaba Guillermo, que trabajaba en el Banco Provincia, que si tenía alguna dudita o un trámite, que recurra a él. Me dijo que anote su número, a lo que yo le dije que no, que no necesitaba anotar su número, que realmente no me interesaba».

«Esto lo hablo más que nada por si me quieren hundir, pero yo me estoy entregando voluntariamente a declarar, como corresponde, como toda persona que se tiene que hacer cargo de lo que hizo»

«La noche del sábado el chabón me contactó por Telegram, nos invitó a que tuviéramos una charla con él, que tomemos una Coca, que comamos algo porque se sentía muy solo».

«Yo estaba con mi pareja, le conté a él que tenía novio, que tenía una pareja, que si en todo caso le molestaba que yo acudiera a la reunión, a la charla con él, a lo que me dijo que no, que no había ningún tipo de problema».

«Llegamos a eso de las 11.57 (de la noche), nos recibió Guillermo, abrió la puerta, entramos al living, nos ofreció una gaseosa, tomamos, más que nada yo, mi pareja no tomó. Bueno, entré hablando, me preguntó cómo estábamos, cómo nos fue en la semana, ‘estamos bien’, le preguntamos a él como le fue y nos dijo que estaba bien».

«Nos dijo que tenía unos cuadros en la habitación de él, que si los queríamos ver, le dijimos que sí, que no había ningún tipo de problema, mi novio va al baño y yo voy con él hacia la habitación, donde me muestra los cuadros».

«Bueno, mientras tanto la gaseosa quedó en la mesa, yo tomé, cuando mi novio se va al baño le digo ‘Guille, esperá acá, que voy a tomar más Coca’, me dice ‘bueno, dale'».

«Cuando termino de tomar la gaseosa, me llevo la copa y la recuesto en la punta del mueble. Cuando estoy entrando a la habitación lo encuentro a Guillermo que se estaba masturbando en la cama, con todo el cuerpo desnudo, a lo cual le digo que lo que estaba haciendo era una falta de respeto, que no era lo acordado, porque nosotros habíamos acordado comer una pizza, tomar un café o una gaseosa y charlar».

«Él más que nada nos quería meter en su religión, de diácono o no sé qué, nos quería llevar por esa parte… le dijimos que nos interesaba el tema, que nos interesaba saber de Dios, después de que le digo que lo que había hecho era una falta de respeto, que esto, que lo otro, se sintió ofendido y empezó a forcejear conmigo, como para obligarme a tener relaciones con él, me empuja contra la cama, me baja el pantalón y me mete el dedo en la cola«.