Rutinas antifrío: cómo aprovechar el cambio de estación para potenciar tu belleza al máximo

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Con la llegada de las bajas temperaturas las rutinas cotidianas se modifican y la piel queda expuesta a cambios bruscos. Por ejemplo, el paso de ambientes muy calefaccionados al frío de la calle, y una rutina alimentaria bien distinta: con los días más cortos nos ponemos más sedentarios, amigos de las series, el chocolate y las comidas hipercalóricas.

Pero así como nos cubrimos con mayor cantidad de ropa, podemos aprovechar la temporada para incorporar hábitos que protejan nuestro cuerpo de la acción nociva del frío sobre nuestra piel, pelo, labios, y nos ayuden a mantener la energía del cuerpo con una alimentación equilibrada. En la misma línea, esta época es ideal para realizar los tratamientos que el exceso de sol no permitía, como eliminar manchas, recuperar la luminosidad de la piel, o deshacerse de los kilos de más que dejaron las vacaciones.

Los tratamientos más adecuados para esta época del año

* Maximizar la hidratación: Ante las bajas temperaturas, el cuerpo produce menos humedad. Si a esto le sumamos la sequedad de los ambientes calefaccionados, el viento y la disminución de la costumbre de aplicar crema hidratante (sea por la pereza que nos provoca tener que quitarnos tantas capas de ropa, como por el propio frío), el resultado es siempre una piel seca, que se resiente, enrojece y se torna quebradiza, algunas veces hasta se descama. Para evitarlo, aplicar cremas de hidratación profunda a diario. Un buen momento es la salida del baño, ya que los poros se encuentran abiertos y reciben más fácilmente los nutrientes, además de que es una buena manera de no saltear la humectación. Por último, recordar hidratarse por dentro bebiendo de 2 a 3 litros de agua diarios.

* Evitar la ducha demasiado caliente: Es común que en invierno prolonguemos el tiempo del baño y lo hagamos con agua más caliente. Pero si el lapso que pasamos bajo agua con una temperatura elevada es excesivo, solo vamos a provocar que la piel se reseque, asociada a los efectos adversos del clima que también actúan sobre ella.

* Proteger los labios: Se trata de una de las zonas del cuerpo más sensibles al frío. Se secan primero, se agrietan luego y duelen. Es por ello que no hay que olvidar la aplicación de protectores que, en su mayoría, poseen además factor de protección solar. ¡Importante! El reflejo de humedecerse los labios constantemente solo acentúa la deshidratación labial.

* Reparar y cuidar el pelo: El cabello también sufre mucho los cambios de temperatura, el calor excesivo de la ducha y los malos hábitos, como salir con el pelo húmedo y dejar que se seque al aire frío. Todo esto produce sequedad, cabello más fino y quebradizo. Por eso, es momento de utilizar mascarillas reparadoras e hidratantes y no descuidar la alimentación. Una dieta rica en vitaminas A, C, E, ácidos grasos Omega 3, legumbres y frutos secos, entre otros, hacen que el cabello crezca saludable.

* Depilarse sin dañar la piel: Cuidarse del rasurado en la ducha demasiado caliente. Apostar a los sistemas depilación profesional y, en caso de hacerlo en casa, incrementar las precauciones utilizando geles hidratantes durante el rasurado y reforzar la humectación posterior, con cremas, geles o lociones sin alcohol.

* Poner el cuerpo en movimiento: Si el gimnasio no logra hacernos romper la inercia que nos pega al sillón, podemos empezar una actividad nueva como el baile o yoga, que además de tener todos los beneficios de la actividad física, nos motivan a ponernos en movimiento.

* Nutrición energizante: “Una alimentación balanceada que incluya frutas y vegetales como como brócoli, banana o palta, huevo, frutos secos, semillas de chía, avena, cereales integrales en general, legumbres, carnes rojas, pescado, ají morrón, hongos, nos darán la energía necesaria. También es importante beber de 2 a 3 litros de agua diarios y evitar los alimentos procesados o frituras”, recomienda al respecto la Dra. Andrea Miranda.