El inicio de clases en las zonas rurales volvió a poner al descubierto la compleja situación que atraviesan año tras año los docentes y alumnos que asisten a las escuelas más recónditas de Catamarca. Tal es el caso de la docente Eliana Rosina Morales que junto a su pequeña hija de tres años y la profesora Edith Amaya tuvieron que recorrer 12 horas a lomo de mula para llegar a la escuela Nº 156, donde prestan servicio, ubicada a 80 kilómetros del distrito de Fiambalá.

En pleno invierno donde el frío de la cordillera atraviesa hasta los huesos, las maestras y niña tuvieron que superar un gran cordón montañoso para llegar a su escuelita, dado que el viejo camino fue socavado por las crecidas del río y las lluvias de enero pasado. Aunque para el Estado no es prioridad las obras de trazados en el interior profundo, para los docentes la vocación es un principio fundamental, publicó El Esquiú.