Profesor acusado por abusos en gimnasio: escalofriantes relatos de denunciantes

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“Él nos hacía hacer muchas cosas. A mí, una vez me encerró en el baño y me obligó a masturbarlo. Si no lo hacía, no me dejaba salir. Cuando me negaba (en las clases) me humillaba, me gritaba al frente de todos”.

El relato de la joven, de 25 años, es una de las tres que asistían a un reconocido gimnasio de Santiago del Estero, y que denunciaron a un profesor por abuso sexual, cargos que generaron una áspera batalla legal entre la Fiscalía y la defensa, publica el diario El Liberal.

Relató que desde su arribo al gimnasio advirtió “actitudes incomodas en él. Una vez fui a la cocina y él vino por detrás. Me agarró del brazo, me besó en la boca e hizo que lo toque. Yo saqué su mano y le dije que no quería tener nada con él”.

Transcurrieron unos días. “Fui al baño y él fue por detrás. Entró y cerró la puerta con llave. Me dijo que me tranquilizara y no me pasaría nada. Dijo que solo quería verme el cuerpo. Me bajó la calza, tocó la cola y se bajó el pantalón. Me tomó la mano y la puso en su miembro, diciéndome: “Tocame, no vamos a salir de aquí hasta que no me hagas ac. . .”, señaló la joven y aseveró que se puso a llorar.

Hay otra víctima, de 21 años. “Una vez él apoyó su miembro en mi cuerpo, mientras yo hacía sentadillas. Me quedé paralizada y él me dijo: “Mira como me pones”. Fui al baño y apareció él por detrás y cerró la puerta. Me dijo que tenía que sacarme la ropa porque quería ver el progreso del entrenamiento. Me bajó la calza y me dijo: “Subite nomás que me tiento”.

La joven intentó retirarse y el profesor la habría tomado del brazo y la cintura y le dio un beso en el glúteo, trascendió de la causa.

“AI principio estaba todo bien. Hacía comentarios por ahí medio raros o desubicados, pero yo pensaba que podía ser que hay gente que los hace y no se da cuenta o algo así”, explicó la damnificada. “Él me decía que podía participar en una competencia y que para eso tenía que seguir cierto entrenamiento y una dieta en particular”, subrayó la denunciante.

No era todo. El sujeto decía que para controlar cómo iban los cuerpos, “tenía que sacarme fotos sin ropa, de la parte delantera, costado y de atrás. Eso teníamos que hacer tres veces a la semana. Y después hacía lo mismo, pero en el gimnasio. Tenía que ir al baño y ahí me sacaba la ropa, o me subía la ropa y me bajaba la calza. Él venía y me tocaba la cola para ver si estaba flácida o no”.

Ahondó la joven: “Después han pasado dos episodios en particular. Cuando estaba haciendo la sentadilla él tenía que explicarme. Se acercó, se puso atrás y me apoyó su miembro. Ahí me miró y me dijo: “Mirá cómo me pones, se me pone duro”. Después de eso no sabía qué hacer. Me desesperé y entonces me fui al baño y me di cuenta que era lo peor que podía haber hecho, quedarme ahí en el baño”, manifestó.

Llegó el sujeto y cerró la puerta. “Me dijo que debía revisarme”, léase ver la cola sin calza. Que lo teníamos que hacer porque era la última vez que me revisaba para ver si seguíamos o no como veníamos. Me subo el top así más o menos, porque no quería hacerlo. Me pidió que me bajara la calza y me bajo apenas”.

El trauma de una víctima

Una de las supuestas víctimas sufre las secuelas psicológicas. “Miedo, vergüenza, temor a que le pase algo a mi madre cuando se entere”, habría señalado a los psicólogos del Poder Judicial

“Todavía tengo esos mensajes que él me mandó, diciéndome lo de la dieta y después me puso en esos mensajes “hace rato me tenté, discúlpame”, reconociendo haber cruzado el límite”.

Por su parte, la joven habría revelado que antes de la denuncia, “tenía vergüenza y mucha, mucha culpa. Pasaba por mi cabeza que si hablaba, o decía algo, a mí me iban a culpar. O quizá iba a perjudicar al gimnasio. Si yo lo escracho seguro mis papás se van a enterar y mi mamá se va a enfermar. Estaba muy a la defensiva ese tiempo”