Murió de coronavirus el exdirector de la Biblioteca Nacional Horacio González

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El sociólogo y exdirector de la Biblioteca Nacional Horacio González falleció hoy a los 77 años, tras poco más de un mes de internación a raíz de un cuadro de coronavirus, confirmaron fuentes cercanas al escritor.

Sociólogo, docente y ensayista argentino nacido en 1944, es uno de los referentes intelectuales más importantes de la Argentina, cuyo análisis de la literatura y la política -con su rol como fundador de Carta Abierta- contribuyen significativamente a cultivar una lectura crítica y comprometida de la realidad, al filo de la disidencia.

A González lo caracterizó siempre la vocación para sostener lealtades -a sus ideas, a sus amigos, a las figuras que admiraba como la del expresidente Néstor Kirchner o el desaparecido librero Elvio Vitali- sin caer en la adulación o el alineamiento sumiso. Contra toda prevención, en julio de 2015 no dudó en anticipar su salida de la Biblioteca Nacional -en la que ejerció la máxima autoridad durante una década- pese a que el pronóstico de cara a las inminentes elecciones presidenciales sugería un escueto triunfo del candidato del Frente para la Victoria, Daniel Scioli, por sobre el opositor Mauricio Macri. «Creo que no seguiré. Debería para eso acallar muchas de las críticas que hice y me debería convertir en un funcionario más adecuado y no lo fui», se sinceró.

De hecho, en ese inesperado balance que formuló en el marco de una presentación informal ante un grupo de periodistas llegó a sostener que trabajó «al filo de la disidencia», en línea con la noción de una «cultura crítica». El intelectual había llegado a la Biblioteca Nacional en 2004 por pedido de su amigo Vitali, quien apenas nombrado director lo convocó para desempeñarse como su segundo en el área junto al también historiador Horacio Tarcus. Cuenta la leyenda que casi dos años después el entonces presidente Néstor Kirchner lo llamó a su casa para ofrecerle el cargo de director de la máxima institución cultural. Tuvo su primer asedio público en diciembre de 2006, cuando el subdirector Tarcus presentó su renuncia por desavenencias con los sindicatos y sus desacuerdos con la línea «nacional y popular» que empezaba a perfilar la gestión.

Precisamente esa perspectiva díscola con las tradiciones sería una de las grandes astucias de González: convertir a la Biblioteca en un espacio vivo capaz de alojar el «zeitgeist» de una sociedad que redefinía sus consumos culturales intentando dejar atrás las secuelas del estallido social de 2001. El sociólogo planteó entonces una agenda desplazada hacia expresiones asociadas a lo periférico o lo alternativo que nunca antes habían tenido lugar en la monumental estructura proyectada por Clorindo Testa, como la muestra dedicada en 2014 a «El Eternauta», la historieta creada por Héctor Germán Oesterheld o las que sucesivamente tuvieron como epicentro el universo artístico del «Indio» Solari, fundador de Los Redonditos de Ricota, o la producción poética y musical de Luis Alberto Spinetta, a quien en 2012 se le rindió homenaje con una exposición antológica.

Transformado en un anfitrión entusiasta y descontracturado, González multiplicó la actividad pública de la Biblioteca con presentaciones de libros, paneles, ejercicios de relectura crítica, exposiciones, ciclos de reflexión y hasta jornadas de desagravio como la que dedicó al escritor Pablo Katchadjian, acusado por la viuda de Borges, María Kodama, de plagiarlo en su libro «El Aleph engordado». Fue una atípica velada que contó con la presencia del escritor César Aira, habitualmente renuente a la actividad pública, además del apoyo de más de 2.500 escritores editores y artistas entre los que se encontraban Edgardo Cozarinsky, Ricardo Piglia, Silvia Molloy, Josefina Licitra, Alan Pauls, Tamara Kamenszain y Gabriela Cabezón Cámara

«La Biblioteca Nacional tiene que mantener la idea de interrogar toda la cultura disponible. Es como en la época de Groussac y la época de Moreno, que de algún modo estaba vinculada a todos los asuntos públicos, incluso a la guerra. Entre guerra y biblioteca hay muchas relaciones y ocurre hasta hoy que en las guerras las bibliotecas son un blanco muy selecto», destacó durante una entrevista el sociólogo, que en 2011 creó el Museo del Libro y de la Lengua y designó como directora del flamante espacio a la ensayista María Pía López, su antigua alumna e incondicional amiga.

Polemista irremediable y protagonista de arrebatos que le valieron contrapuntos con otros intelectuales como Beatriz Sarlo, Horacio Tarcus y varios de sus compañeros de Carta Abierta -la agrupación a la que amenazó dejar de pertenecer en más de una ocasión- González solía esquivar la corrección política reservada a quienes ejercen la función pública, como cuando en 2015 decidió liderar una campaña para evitar que el escritor peruano español Mario Vargas Llosa participe como orador principal de la apertura de la la 37ª edición de la Feria del Libro de Buenos Aires y proponía a cambio su reemplazo por un escritor argentino

En una carta pública, el por entonces director de la Biblioteca Nacional salió a decir que consideraba «sumamente inoportuno» que el Premio Nobel de Literatura 2010 «ocupe ese lugar para inaugurar una feria que nunca dejó de ser un termómetro de la política», dado que el autor de «La ciudad y los perros» no compagina bien «con las corrientes de ideas que abriga la sociedad argentina». ¿Cómo se canceló la polémica? La entonces presidenta Cristina Fernández llamó a González para pedirle que retirara esa carta y Vargas Llosa logró dar su discurso, que en definitiva pasó casi desapercibido frente a la viralización que había alcanzado la controversia previa.

La formación intelectual del sociólogo y ensayista se consolidó con su ingreso a la facultad de Filosofía y Letras, que en los 60 funcionaba en un edificio ubicado sobre la calle Viamonte al 400. Se sintió rápidamente atraído por la militancia universitaria y poco después se unió a las Fuerzas Armadas Peronistas (FAP), la organización política y guerrilla urbana que lo obligó a permanecer clandestino por un tiempo. Abandonó la agrupación para integrarse en 1971 al Movimiento Revolucionario Peronista, un grupo que luego se incorporó a la órbita de Montoneros. Comenzó a militar en una Unidad Básica en Flores, mientras vivía en una pensión, en una pieza con una cama de metal y una mesa desvencijada que constituían para su ideario el gesto de austeridad que demandaba la militancia. Llegó a estar detenido durante seis meses y al salir en libertad no lo dudó: se exilió en Brasil, donde ejerció la docencia hasta que en 1983 decidió regresar a la Argentina.

Doctor en Ciencias Sociales por la Universidad de San Pablo, publicó una veintena de obras que se ramifican en novelas, aguafuertes y ensayos, entre los que se destacan «La ética picaresca», «El filósofo cesante», «Retórica y locura», «Filosofía de la conspiración», «Perón: reflejos de una vida», «Paul Groussac: la lengua emigrada», «Las hojas de la memoria. Un siglo y medio de periodismo obrero y social», «Lengua del ultraje. De la generación del 37 a David Viñas», “Historia conjetural del periodismo”, «Genealogías. Violencia y trabajo en la historia argentina» y «Kirchnerismo, una controversia cultural». Sus objetos de indagación van desde el peronismo, la política, los contrapuntos intelectuales y el oficio periodístico hasta los taxis, a los que les dedicó un libro, «El arte de viajar en taxi. Aguafuertes pasajeras».

«Soy una persona que podría dar una buena clase sobre Jürgen Habermas, Walter Benjamín o Jorge Luis Borges. Y me tuve que convertir en alguien que tenía que ejercer su habilidad en la tensión que provoca la función pública», se definió alguna vez.

Su debut en la ficción se produjo recién en 2014 con «Besar a la muerta», una obra donde despliega saberes y discursos en clave de criollismo paródico, sin dejar de reflexionar, acaso a su pesar, sobre el estatuto del acto de habla. «La novela tiene giros caricaturescos, por eso vacilo en llamarla novela, sería en realidad una noveleta farsesca, y el asado, como fuerte signo de identidad, adquiere resonancias fantasmagóricas. No se puede invocar un asunto tan plenamente ligado a la memoria culinaria del país, sin incurrir en cierto criollismo paródico», decía por entonces en una entrevista con Télam. Curiosamente, unos años más tarde el propio González se transformaría en el personaje central de «Yo ya no. Horacio González: el don de la amistad», libro escrito por su amiga María Pía López que se sostiene en la figura del sociólogo para reflexionar sobre la urgencia de la escritura, el riesgo del lenguaje y la importancia de lo colectivo.

En los últimos años, González había recuperado el ritual intemporal de la lectura y escritura que tanto había añorado durante sus años de gestión pública. En la casa de Boedo que compartía con Liliana Herrero, transcurrió largos meses resguardado a la espera de la primera dosis de la vacuna, que le fue aplicada en marzo pasado. Fiel a su visceralidad, no se privó de señalar el oportunismo del horizonte farmacológico. «La vacuna es casi un talismán, pero también una mercancía del capitalismo. Es necesaria una fabricación y distribución más igualitaria. Pero en un momento de la humanidad en el que recibe la demanda de un mensaje igualitarista, hay razones en la forma política y económica en la que vivimos, que impide ejercer tal demanda», expresó días antes de ser inoculado.

El sociólogo estaba actualmente a cargo del departamento de publicaciones de la Biblioteca, un rol que el actual director, Juan Sasturain, le encomendó para retomar la incansable política de nuevas ediciones y rescate de textos olvidados que caracterizó su gestión. La labor, sin embargo, se vio interrumpida por la embestida paralizante de la pandemia. González soñaba con volver a poner en marcha la usina de producción editorial, pero su fulgurante destino comenzó a apagarse en la noche del 19 de mayo, cuando fue trasladado al Sanatorio Güemes tras dar positivo de Covid.

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Nación financiará la adquisición de un predio en Lomas de Zamora para construcción de viviendas

El ministro de Desarrollo Territorial y Hábitat, Jorge Ferraresi, junto al intendente de Lomas de Zamora, Martín Insaurralde, firmaron un convenio por el cual el Gobierno Nacional financiará con $40 millones la adquisición de un predio para la futura construcción de viviendas en el distrito bonaerense.

Según informaron el martes desde la cartera de Desarrollo Territorial, el entendimiento se inscribe en el marco del Programa Nacional de Producción de Suelo, que está destinado al financiamiento y apoyo para la generación de lotes con servicios y la producción de suelo urbanizado, impulsando entre otras acciones la creación de bancos de tierras municipales.

En ese sentido, informaron que el Municipio de Lomas de Zamora había presentado un proyecto para adquirir un amplio predio en el Camino de la Ribera Sur, con el objetivo de construir viviendas.

Tras ser evaluado en detalle, el proyecto recibió dictámenes tanto de Factibilidad Técnica como Financiera, y a través de la firma de este convenio se destinarán los fondos necesarios para avanzar en su implementación.

Además, Insaurralde y Ferraresi rubricaron también un convenio de colaboración por el cual el municipio de Lomas de Zamora aplicará un sistema de “ventanilla única” para agilizar todos los trámites referentes a la construcción de viviendas y la dotación de infraestructura a través del programa Procrear II.

Respecto del encuentro, del cual participaron también los secretarios de Desarrollo Territorial, Luciano Scatolini, y de Hábitat, Santiago Maggiotti, Insaurralde explicó que se firmó “la compra a través del Ministerio y el Municipio de un predio privado de 4 hectáreas en la ciudad de Fiorito, para construir nuevas viviendas para nuestros vecinos de Lomas».

Asimismo, el intendente afirmó que en los próximos días se licitarán las obras para más de 800 viviendas que a través de Procrear II se construirán en Temperley.

“Estamos muy felices de poder avanzar con aquello que nos pidiera el Presidente a través del programa Casa Propia, que se trata de cumplir los sueños de los argentinos y las argentinas. En el caso de Lomas de Zamora lo estamos haciendo a través de la adquisición de este predio y la licitación de obras para construir viviendas de Procrear”, concluyó Insaurralde.

Por su parte, Ferraresi sostuvo que “a través de una política consensuada de gestión del suelo entre la Nación y los distintos gobiernos provinciales y municipales buscamos generar más lotes con servicios aptos para construir viviendas y así avanzar con más soluciones para garantizar el derecho a la vivienda en todo el territorio argentino”.

A su vez, destacaron que el Programa de Producción de Suelo es uno de los cuatro puntos que incluye el Plan Nacional de Suelo Urbano, que busca vincular la política de suelo con el desarrollo territorial para ampliar el acceso de la población a suelo urbanizado y construir así ciudades más compactas, equitativas y accesibles.

Ya cuenta en una primera etapa con 11.812 lotes en ejecución en todo el país, los cuales serán adjudicados junto con un crédito para construcción, y tras presentarse la segunda etapa a principios de junio, se buscará llegar a 30 mil lotes con servicios en total.

Fuente: Télam

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Llegaron otras 464.000 vacunas y se completa la entrega de Sinopharm

Argentina supera s 23,8 millones de dosis recibidas desde el inicio de la pandemia.

Un vuelo de Qatar Airways arribó esta madrugada al país con un cargamento de 464.000 vacunas Sinopharm contra el coronavirus, con el que se completó la partida de dos millones previstas para esta semana, por lo que la Argentina supera hoy los 23,8 millones de dosis recibidas desde el inicio de la pandemia.

Los dos millones de vacunas chinas llegaron en tres vuelos: dos de Aerolíneas Argentinas que llegaron el lunes y ayer y el restante, un vuelo comercial de Qatar, que aterrizó hoy en el aeropuerto de Ezeiza.

El vuelo QR8155 tocó pista en el aeropuerto Ministro Pistarini a las 3 procedente de Luxemburgo, con escala en San Pablo, trayendo en sus bodegas 464.000 dosis de Sinopharm.

Se trata del remanente que quedó de los dos vuelos de Aerolíneas Argentinas que, por razones del envasado de las vacunas, solamente pudieron transportar esta vez 768.000 dosis cada uno, por lo que los dos millones previstos se debieron completar con un operativo de la compañía Qatar Cargo que se inició en Beijing, hizo escala en Luxemburgo, luego en San Pablo, para finalmente arribar a Ezeiza.

En tanto, Aerolíneas Argentinas concretó dos vuelos a Beijing, el primero de ellos llegó el lunes a la tarde, en tanto que el segundo arribó ayer, concretando así 27 operaciones en busca de vacunas, entre los vuelos realizados a China y a Rusia.

Estos 2 millones de dosis de la vacuna Sinopharm arribados en las últimas horas se suman a las 1.139.000 dosis de AstraZeneca Oxford que llegaron el lunes en un vuelo de la empresa Latam Cargo Colombia, procedente de Estados Unidos, y totalizan 23.816.145 dosis recibidas desde que se iniciaron los operativos para traer vacunas.

De ese total, 9.415.745 corresponden a la vacuna Sputnik, (7.875.585 del componente 1 y 1.540.160 del 2); 6.000.000 a Sinopharm; 580.000 a AstraZeneca Covishield; 1.944.000 a AstraZeneca por el mecanismo Covax y 5.876.400 a AstraZeneca Oxford, producidas en forma conjunta entre Argentina y México.

Mientras que la línea de bandera lleva transportadas, en 27 operaciones, 15.436.290 vacunas transportadas desde el inicio de estos operativos, 5.963.000 dosis desde China, a las que se deben agregar las 9.473.290 dosis que llegaron en los 19 vuelos realizados a Moscú.

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Acusan de plagio a la artista que pintó a Evita como un personaje de animé

La artista Fátima Pecci Carou, quien exhibe desde marzo pasado en el Museo Evita una exposición de pinturas que retratan a Eva Duarte como un personaje de animé, fue acusada de plagio en las redes sociales por la gran similitud que guardan sus obras con las de otros creadores, una imputación que según Eva Grinstein, la curadora de la muestra, no está movilizada por una defensa del arte sino por una impugnación de «corte ideológico», ya que según dijo a Télam «se ataca la identificación explícita de la artista como feminista y peronista».

La polémica se disparó en Twitter donde el usuario @tipitoenojado mostró un video comparando las obras de Pecci Carou que enmarcan a Eva en la estética japonesa, con los originales, lo que motivó que al menos dos de esos artistas extranjeros se hicieran eco pidiendo que “no compren las obras”, tanto desde las cuentas @agavoart como @batusawa_tsls, bajo el nombre Captain.

En uno de sus tuits, Tipito Enojado decía que «al menos 11 de sus obras originales son calcos de otros artistas en internet. Varios de esos robos los tiene a la venta como obras propias y muchas ya las vendió», señaló el usuario, aunque es válido aclarar que los museos no venden obras de arte.

Lo que sí ocurrió es que varias de esas obras, al igual que otras anteriores de Pecci Carou, estaban a la venta en la plataforma neoyorquina Artsy, pero cuando comenzó la polémica fueron retiradas de esa web, presuntamente por la galería Piedras, que las comercializa, que no dio declaraciones a esta agencia.

El Museo Evita, que alberga la exposición (y que actualmente se encuentra cerrado al público por las medidas sanitarias) señaló en un comunicado que «Banderas y Banderines” de Fátima Pecci Carou es una exposición temporaria y aclaró que «las obras no fueron adquiridas por el Museo, tampoco por el Ministerio de Cultura. Son de propiedad de la artista, quien las retiraría al finalizar la exposición».

Desde esa institución, Aída Ocaranza, coordinadora General del Museo Evita, aseguró a Télam que «cuando reabra el Museo, y si coincide la reapertura con la fecha programada para esta muestra temporaria, la misma seguirá abierta al público. Hasta el momento no tenemos motivos ciertos para alterar la programación», indicó.

Viviana Usubiaga, funcionaria del Ministerio de Cultura de la Nación, minimizó la discusión y dijo a esta agencia que «desde las direcciones nacionales de Gestión Patrimonial y de Museos de la Secretaría de Patrimonio Cultural apoyamos las investigaciones y prácticas artísticas contemporáneas que reflexionan sobre las imágenes sin segundas intenciones y condenamos la desinformación que se produce en el flujo de ciertas redes sociales, que abonan a la confusión, la ciber-violencia y encima son replicadas”.

Una de las quejas en redes tuvo que ver con la acusación de que que la muestra fue «subsidiada» por el Estado, pero no fue la artista directamente quien accedió a este beneficio sino la curadora Eva Grinstein, quien aplicó para la beca Activar Patrimonio de la Secretaría de Patrimonio Cultural del Ministerio de Cultura de la Nación (otorgada a 60 proyectos de entre 347 postulaciones), por un monto de 50 mil pesos, con el proyecto de investigación y curatorial para concretar la exposición.

«La discusión sobre el supuesto plagio, sazonada con mentiras y errores de todo tipo, es el anzuelo de los odiadores (los espontáneos y los organizados) para generar ataques mediáticos. El arte claramente no les importa, lo que se ataca en definitiva es de corte ideológico: se ataca la identificación explícita de la artista como feminista y peronista. Es eso lo que les molesta profundamente, y no me sorprende viendo de dónde viene el repudio», dijo Grinstein a Télam.

Si bien la propia artista prefirió no dar declaraciones, la curadora explicó que se enteró de las acusaciones de plagio por la propia Fátima Pecci Carou, quien le envió un mensaje contándole que «la estaban atacando violentamente en sus redes sociales», por lo que decidió dar de baja su web y cuentas de redes sociales.

Por su parte, la historiadora Andrea Giunta, integrante del colectivo Nosotras Proponemos, del que también forma parte la artista cuestionada, salió a defenderla en su cuenta de Facebook, donde escribió que «una gran parte del arte contemporáneo parte de copias o apropiaciones de otras obras».

Y añadió: «Fátima Pecci Carou no solo produce una imagen impresa en colores homogéneos en un lenguaje pictórico y al hacerlo introduce además de su específica forma de pintar, elementos adicionales, sino que también cambia radicalmente el contexto de las imágenes manga de las que parte para insertarlas en una narrativa vinculada a la historia argentina».

La historiadora se refirió así al «fan art», un término proveniente del inglés comúnmente usado para denominar “aquellas obras de arte, principalmente visuales, que están basadas en personajes, épocas, vestuarios u otros que el artista toma de universos previamente creados por un tercero”, concepto en el que se encolumnaron los defensores de la artista, también en redes.

Lo cierto es que tanto defensores, como detractores, de la obra de Pecci Carou se ubicaron en la arista ideológica a la hora de dar argumentos, pero poco se habló de la obra en sí, que guarda demasiadas similitudes con las otras obras mencionadas y realizadas previamente por otros artistas, algo que la artista no había comentado en la presentación de su trabajo.

Bajo el título «Banderas y banderines», la muestra de Pecci Carou (1984) se inauguró a principios de marzo en el Museo Evita, con una serie de pinturas (ahora en el eje de la polémica) que retratan a la líder política con una impactante estética otaku.

La pieza central de la muestra, «Evita ninja», que muestra a la líder política en posición guerrera, sosteniendo una katana, también guarda gran similitud con otra creación exponente de manga.

«Me interesa la figura de Evita pero también todo lo que generó alrededor del ascenso social de las mujeres y la conquista de derechos que ella consiguió. Quise salirme del típico ícono que se conoce de ella para recuperar otra imagen, donde está presente el uso del animé en las pinturas pero que de algún modo se ubican también entre lo documental y lo pictórico», había dicho a Télam Pecci Carou, artista, activista y feminista, cuando inauguró la exposición.

También, en ese entonces, señaló que «el animé permite acercar a las nuevas generaciones a la política y al arte» y que su trabajo se inspiró en el libro «Eva y Las Mujeres: Historia de una Irreverencia», de Julia Rosemberg.

Fuente: Télam

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Santa Rita, único barrio porteño sin espacio verde: Vecinos piden expropiar un predio abandonado

Vecinos de Villa Santa Rita pidieron a la Legislatura porteña el tratamiento «urgente» de un proyecto para expropiar un predio abandonado de la zona, para transformarlo en una plaza ya que es el único barrio en toda la Ciudad de Buenos Aires que no cuenta con un espacio verde, lo cual refleja un déficit en materia ambiental que se agudizó con la pandemia.

La iniciativa fue girada a los diputados a través de una resolución que lleva las firmas de la totalidad de los integrantes de la Junta Comunal 11 para declarar «de utilidad pública y sujeto a expropiación» un terreno de unos 1640 metros cuadrados, que es uno de los pocos terrenos sin construcciones que quedan disponibles y el cual, según los datos aportados, no tiene propietario conocido.

«Considerando la falta de terrenos de titularidad del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires en la zona, debemos recurrir a la declaración de utilidad pública de un lote privado, que a la fecha se encuentra en desuso y baldío», remarcaron los comuneros, quienes, además, afirmaron que con la propuesta «se pretende dar una solución a una necesidad imperiosa de los vecinos del barrio».

El predio elegido está ubicado a mitad de la cuadra de la avenida Álvarez Jonte al 3200, tiene su ingreso tapiado con carteles publicitarios y una salida en el sector trasero que da a un pasaje, en una zona caracterizada por casas bajas, pocos edificios, dos escuelas y una gran cantidad de comercios barriales.

Los vecinos más antiguos en el barrio recuerdan que allí funcionó un complejo de canchas de tenis durante la década de los ’90 y, con posterioridad, en uno de los laterales del terreno, existió un lavadero de autos, que cerró en el 2010 y desde entonces el lugar quedó abandonado.

El barrio está delimitado por Condarco, Álvarez Jonte, Miranda, Joaquín V. González y la avenida Gaona, tiene una superficie de 2,2 kilómetros cuadrados y una población que, de acuerdo a la administración porteña en base a datos censales del 2001, superaba ya por los 34 mil habitantes.

«Los vecinos de Villa Santa Rita tenemos cero metro cuadrado de espacio verde disponible por habitante siendo uno de los dos barrios más poblados de la Comuna 11», indicaron a Télam y remarcaron que la OMS estima que cada persona debe contar con un mínimo de 10 y hasta 15 metros cuadrados de espacio verde para vivir en un entorno saludable.

Guillermina, vecina del barrio, dijo a Télam que «es un reclamo histórico tener un espacio verde, aunque sea chico, porque con la pandemia se volvió algo vital tanto para los más chicos, pero sobre todo para los adultos mayores, a quienes les cuesta caminar muchas cuadras para llegar a algunas de las plazas que hay en barrios cercanos, como Villa del Parque».

«Alguien nos tiene que escuchar, sabemos que es difícil comprar el terreno», agregó y pidió a la Legislatura que inicie el tratamiento del proyecto que fue remitido por la Comuna en noviembre del año pasado y que aún no fue abordado por la Comisión de Ambiente que preside la diputada Mercedes de las Casas (Vamos Juntos) dado que, en lo que va del 2021, solo fue convocada una reunión.

Federico Arabia, también vecino de la zona desde hace una década, manifestó que «somos el único barrio que no tiene un espacio verde» y cuestionó a las autoridades porteñas por «poner como que tenemos una plaza en Jonte y Miranda y eso es una cargada porque es un espacio de dos por dos sin espacio absorbente y verde».

«Va a ser una plaza chica, pero algo siempre es mejor que nada», evaluó Matías, un residente del barrio que fomenta la instalación de huertas barriales como alternativa ante el déficit de espacios verdes; en tanto que Elisa dijo que el reclamo barrial por la plaza «es una cuestión de derechos porque es un lugar de encuentro, es el corazón de un barrio».

El grupo expresó, además, su intención que, de aprobarse la expropiación del predio, el gobierno de la Ciudad los convoque para diseñar el modelo de plaza, la cual, anticiparon, les gustaría que cuente con «árboles que crezcan pronto, juegos para los chicos y muy poco cemento».

El legislador Matías Barroetaveña (Frente de Todos) señaló a Télam que «los vecinos tienen razón» en su reclamo porque «necesitan de espacios verdes de calidad» y consideró que la idea para expropiar el predio «es una herramienta que existe y se utilizó en la Ciudad de Buenos Aires».

No obstante, admitió que para lograr la sanción del proyecto se requiere de los votos del bloque oficialista de Vamos Juntos, lo que dificultaría la aprobación dado que «les cuesta avanzar en todo lo que representa un gasto de dinero».

Según un informe oficial del gobierno de la Ciudad del 2019 sobre los niveles de cobertura vegetal muestra un déficit en el barrio Villa Santa Rita ya que el espacio verde total por superficie es de apenas un 25 por ciento frente al 76 por ciento del barrio mejor posicionado que es Puerto Madero.

Además, prueba que la superficie de espacio verde por habitante es de 16 por ciento frente al 678 por ciento de Puerto Madero; al tiempo que el índice de cobertura arbórea, es decir, los que más árboles tienen, apenas llega a 0,18, lo que representa un coeficiente cercano a cero.

«Estos indicadores sumados a la falta de espacio verde propio ponen al barrio en una clara situación de alarma en tanto salud pública y calidad de vida, discriminando claramente a sus habitantes frente a otros barrios de la ciudad que no solo tienen mejores indicadores sino que todos gozan de al menos un espacio verde propio», advirtieron desde el grupo barrial.