Oscar Ojea fue reelegido como presidente de la Conferencia Episcopal Argentina

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Casi un centenar de obispos reunidos en asamblea plenaria en Pilar eligió las nuevas autoridades del Episcopado para los próximos tres años, informó la oficina de prensa de la CEA.

Acompañarán a Ojea en la conducción del organismo el arzobispo de Mendoza, monseñor Marcelo Colombo, que pasa de la vicepresidencia segunda a la primera.

En tanto, como vicepresidente segundo fue elegido monseñor Carlos Azpiroz Costa, arzobispo de Bahía Blanca; y como secretario general monseñor Alberto Bochatey, obispo auxiliar de La Plata.

La asamblea plenaria, presidida por el obispo de San Isidro, se encuentra reunida en forma presencial desde ayer y hasta el viernes en la casa de retiros El Cenáculo de Pilar, luego de que fuera suspendida el año pasado debido a las restricciones impuestas por la pandemia de coronavirus.

De esta manera, con la reelección de monseñor Ojea, de estrecha relación con el papa Francisco, el Episcopado refuerza su perfil social y cercanía con los sectores más vulnerables, así como el camino del diálogo social y político con las distintas dirigencias del país.

A fines de setiembre, el papa Francisco rechazó momentáneamente la renuncia presentada por el obispo de San Isidro, tras cumplir 75 años -la edad establecida por las normas canónicas para que los prelados presenten su renuncia a la Santa Sede- y lo ratificó en su cargo en esa diócesis, lo que fue entendido como un aval del pontífice argentino hacia el rol de Ojea dentro de la Iglesia argentina.

Participan de la asamblea 98 obispos de todo el país en condición de elegir autoridades y además son invitados sin derecho a voto arzobispos y obispos eméritos y el nuncio apostólico en la Argentina, monseñor Miroslaw Adamczyk.

En la votación de esta tarde, también resultó reelecto como titular de la estratégica comisión de Pastoral Social, el obispo de Lomas de Zamora, monseñor Jorge Lugones, de habitual diálogo con la dirigencia política, empresaria y gremial.

También el obispo de Quilmes, Carlos Tissera resultó reelegido y continuará por un período más como presidente de Cáritas Argentina, el organismo de la Iglesia católica que se ocupa de la atención de los más necesitados, a través de diferentes delegaciones en todo el país.

El siguiente es el listado de cómo quedaron encabezadas el resto de las comisiones episcopales:

– Catequesis, animación de pastoral bíblica: monseñor Gabriel Mestre, obispo de Mar del Plata

– Comunicación Social: monseñor Gabriel Barba, obispo de San Luis

– Educación Católica: Cardenal Mario Poli, arzobispo de Buenos Aires

– Fe y Cultura: monseñor Víctor Manuel Fernández, arzobispo de La Plata.

– Ministerios: monseñor César Daniel Fernández, obispo de Jujuy.

– Liturgia: monseñor Ariel Torrado Mosconi, Obispo de 9 de Julio.

– Vida Consagrada: Luis Zordán, obispo de Gualeguachú.

– Vida, Laicos y Familia: monseñor Jorge Vázquez, obispo de Morón.

En el transcurso de la semana, los prelados «trabajarán sobre la Asamblea Eclesial del Consejo Episcopal Latinoamericano (Celam) y el Camino Sinodal propuesto por el papa Francisco a la Iglesia Universal», según informó la oficina de prensa de la CEA.

El jueves se realizarán las primeras reuniones de comisiones episcopales que se conformaron a partir de las votaciones de hoy y se presentará el balance y el presupuesto de la Conferencia Episcopal Argentina, en tanto que la reunión culminará el viernes 12 al mediodía.

El lunes, en la misa de apertura del encuentro, Ojea exhortó a un «reencuentro, recomenzando por la verdad», sin «diplomacias vacías, disimulos, dobles discursos, ocultamientos y buenos modales que esconden la realidad», dialogando «desde la verdad clara y desnuda», y pidió «coherencia entre lo que se dice y se hace» y que «la caridad no sea fingida».

En su homilía, el obispo de San Isidro dijo que «como pastores de nuestra patria pedimos en esta Eucaristía el don de la Sabiduría del Espíritu Santo para que nos ayude a recorrer los caminos de este tiempo de crisis a la luz del Evangelio de Jesús».

Y advirtió que «la herida más grande que puede recibir el Pueblo de Dios de nosotros los obispos, sacerdotes y laicos, es la falta de testimonio; la falta de coherencia entre lo que decimos y lo que hacemos, profesar que adherimos a un estilo de vida sin vivirlo».