Coti Sorokin, en la eterna búsqueda de la canción perfecta

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«Para un músico, un disco en vivo es una expresión diferente, como puede ser para un artista plástico hacer un grabado o un happening. Tiene que ver con un momento que se graba para siempre, que tiene por ahí canciones del pasado, pero también tiene que ver mucho con el presente, un registro de cómo suena la banda en este preciso momento, con estos instrumentos. A mí me alucina, porque el disco en vivo te da esa espontaneidad, algo totalmente opuesto a cuando grabás un álbum en estudio, donde tenés todo el tiempo para desarrollarlo, para experimentar, para hacer y deshacer». Coti Sorokin sabe de lo que habla, ya que fue precisamente un álbum en vivo el que lo llevó a la popularidad aquí, en España, en México y más allá también: Esta mañana y otros cuentos, editado en 2005, vendió más de 500.000 placas, fue doble platino en España y disco de oro en la Argentina.
Doce años más tarde, este músico criado en la tradición rockera de ese Rosario que siempre estuvo cerca, acaba de editar otro registro en vivo de sus canciones, Tanta magia, en el que recorre toda su discografía y con el que este jueves llegará al teatro Vorterix.
A los 20 años, Coti ganó la posibilidad de grabar su primer álbum en una bienal en Rosario y el premio incluía la producción de Litto Nebbia en el legendario estudio Melopea, ubicado en el barrio de Saavedra. «Fue mi desembarco real a Buenos Aires y fue tremendo», recuerda. «Litto, (Juan Carlos) Baglietto, Fito (Páez) eran mis referentes totales y viví esa grabación con una intensidad terrible aunque sin saber lo que vendría después».
Tras ese primer paso en el inicio de la década del 90, el músico accedió primero al reconocimiento como compositor, aportando su talento de escritor de canciones para artistas como Los Enanitos Verdes, Javier y Andrés Calamaro, Alejandro Lerner y Diego Torres, entre muchos otros. Luego, el suceso de «Color esperanza» llamó la atención de la industria y pronto llegarían canciones a pedido para Paulina Rubio, Enrique Iglesias, Julieta Venegas, Ismael Serrano.
«Igual yo no me veo como compositor, es una de las cosas que hice entre otras muchas, por diferentes razones, por encontrar un lugar y mantener mi familia y laburar en un principio. Nunca fue mi intención de encarar una carrera como compositor. De hecho, hace 10 o 15 años me llamó K. C. Porter para que me fuera con él a Los Ángeles y formara parte de su equipo de compositores, escritores y productores. Una locura total. Pero le dije que no, que me sentía muy honrado, pero que prefería quedarme en mi jardín», asegura.