Papá y partero: El día en que Mateo «convirtió en héroe» a su progenitor

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Si bien sabía que la cuestión de estar presente en el parto le generaba muchas sensaciones, mezcla de misterio y temor, algo en sus pensamientos lo inquietaba demasiado con relación a ese momento: el nacimiento de su hijo. El lugar y la hora exacta. Cómo sería?
Como toda pareja joven y primeriza su compañera, Janet, se sentía con muchos miedos, a medida que su panza crecía, sumaba más. Cualquier síntoma la ponía en alerta. Todo relato que podía escuchar, eran datos que debidamente, se tomaban en cuenta. Después de todo, su desafío sería igual al de cientos de mujercitas primerizas que llegan con un bagaje más o menos nutrido de inseguridades al parto.
Aquella tarde Janet se sentía más molesta de lo normal. Aunque no sabía a ciencia cierta qué era «lo normal» para las mujeres en ese estado de gravidez, a esa altura del desarrollo del embarazo.
Era 4 de junio de 2016 y se perfilaba un día diferente. Sentía intensos dolores de cuerpo, esto la puso muy nerviosa. Decidió pedirle a Hugo que la llevara al Hospital San Roque para control y chequeo de su estado. De acuerdo a lo que indicaron Janet y Hugo, «el encuentro con la médica no fue lo que describiríamos como un encuentro cordial». La mamá recibió «reproches y retos por no haber concurrido a hacer las prácticas pre parto», y fue «despachada sin mayor trámite».
Cuando llegaron a casa las molestias se hicieron más notables. Preparó el baño de agua caliente, y mientras se aprestaba para meterse a la ducha, rompió bolsa.
Después todo fue confusión, aturdimiento. Llamó a Hugo. Sumaba contracciones, al tiempo que dilataba cada vez más. La madre naturaleza se manifestaba. Hugo alcanzó abrir la puerta del baño e inmediatamente después, ¡Mateo se hizo presente! Su cabeza asomaba entre las piernas de la mamá. Iba a ser padre! Su hijo había decidido conocerlos tomándolos por sorpresa.
Hubo crisis de nervios y llanto. Solo recuerdan el estado de pánico que les provocó la situación. Hugo intentó ayudar a Janet, acomodarla y sentarla mientras tomaba con cuidado la cabecita de su hijo, y acomodaba el cordón umbilical. Recuerda todos los detalles, los miedos, los nervios, la preocupación de su compañera.
No se podía mover del estado de shock que tenía. Sólo atinó a contenerla y tranquilizarla para que pudiera tomar al bebé entre sus brazos. Era su prioridad. Que el bebé estuviera bien.
Lo arropó con su campera. No apagó el calefón. El lugar estaba calentito. No se animó con el cordón, su raciocinio no le dio para tanto. Ni bien pudo calmar a la flamante mamá, salió corriendo a buscar a su suegra para que llamen la ambulancia o la policía.
Hubo muchos nervios, lágrimas, caos, pero aceptó el desafío del destino, esta vez como papá, para que todo saliera bien.
Se impuso ante su esposa y su suegra, calmándolas. Debía llegar con su bebé, su hijo, al Hospital San Roque. Solo eso quería y que estuviera bien.