La Organización Mundial de la Salud (OMS) considera al sobrepeso y la obesidad infantil entre los principales problemas de salud pública del siglo XXI. Se estima que la obesidad infantil se ha casi triplicado en los últimos 30 años.
Más de 40 millones de niños y niñas tienen sobrepeso. Para combatir esta epidemia, el compromiso debe ser conjunto. Si bien el rol de los padres en el desarrollo de los niños es esencial, el papel de los gobiernos (tanto nacionales, provinciales y municipales) es fundamental. Estos deben implementar políticas y planes de acción para que todos los niños puedan revertir su situación.
Sugerencias al alcance de todos
• Aumentar el consumo de frutas, verduras, legumbres, cereales integrales y frutos secos.
• Reducir el consumo de grasas y sustituir las saturadas por las insaturadas. No consumir grasas trans.
• Reducir la ingesta de azúcar.
• Realizar periódicamente actividad física de intensidad moderada o vigorosa, acorde a la edad y etapa de desarrollo. Incentive a su hijo a hacer ejercicio. Comience con caminatas de media hora por día y luego vaya incrementando el tiempo.
•Regule el tamaño de las porciones de alimentos.
Además, es importante que los padres sepan leer las etiquetas nutricionales de los alimentos industrializados y que les enseñen a sus hijos a leerlas. Estas indican el número de calorías y el porcentaje de nutrientes que una porción aporta a la dieta diaria.
En las etiquetas, figura la lista de ingredientes de todo alimento preparado y envasado, la cual enumera cada uno de los ingredientes que se usaron para elaborar el producto. Si en el cereal que le gusta a sus hijos aparece primero algún tipo de grano, tal como maíz o avena, es una buena señal. Pero si lo que aparece primero es fructosa, jarabe de maíz rico en fructosa o sacarosa —en otras palabras, azúcar—, eso quiere decir que las azúcares añadidas están ocupando el lugar de otros ingredientes más nutritivos.