El látigo apenas cambió de color

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El caso De Vido; las mayorías para ejecutar una decisión política; la soberbia de la dirigencia cuestionada durante los últimos 12 años; el nacimiento de un nuevo republicanismo.

Otra vez el látigo, pero con distinto color. La política entrerriana, y la de todo el país, se rige por el mismo paradigma que en los últimos 12 años de kirchnerismo. Se podría mirar para atrás también.

El último spot de campaña de Atilio Benedetti, cuando encabezó una boleta en 2011, proponía “apagar la soberbia”. Era la soberbia del kirchnerismo, la que humillaba a los gobernadores ante Cristina Fernández. O, en su versión local, a los legisladores a agachar la cabeza ante Sergio Urribarri. El ex gobernador había fijado el orden de la lista de los candidatos a diputado que lo acompañarían en su reelección anotando sus nombres en un papelito para luego ser sacados de una bolsa.

Benedetti, en 2015, declinó su candidatura. Fabián Rogel también lo hizo. El radicalismo no integró la fórmula. Fue lamentable para el centenario partido, pero había que “salvar a la República”. Hace apenas un par de meses la UCR tenía una decena de precandidatos a diputado nacional, algunos con reconocimiento en el centenario partido. No se supo nada de sus declinaciones. Se supone que desde el momento mismo que ese jueves llegó Rogelio Frigerio con la lista definida a Paraná no había nada más para decir ni reclamar.

Sergio Varisco quiso participar de la mesa de negociaciones. El mismo día en que en el ex Mayorazgo se sentaron los actores, el juez federal Leandro Ríos llamó como testigo al intendente en la causa de narcotráfico. El jefe comunal estaba embarcado en la construcción de una alternativa a la lista de Frigerio. Lo bajaron de un plumazo y, como si fuera poco, le exigieron que salga a apoyar la nómina definida en Capital Federal.

Alejandro Carbó, cuando fue a inscribir su lista en la sede del Comité Provincial, se encontró con un adlátere de Frigerio que lo amenazó diciéndole que de avanzar con su propuesta electoral, lo que entorpecía la unidad, no recibiría un solo peso para el municipio de Aranguren, del que es asesor. Unos meses antes, Página Política había revelado que el ministro del Interior, en una visita a la provincia, anunció la implementación del Plan Hábitat en donde los únicos beneficiarios fueron intendentes de Cambiemos.

La presión a los gobernadores para que sus legisladores se sumen a la expulsión de Julio De Vido no tendría, entonces, por qué sorprender. Como tampoco debería sorprender el ocultamiento de la esfera pública la opinión del último radical que encabezó una fórmula presidencial por la UCR, Ricardo Alfonsín (aunque votó afirmativo), quien ve un precedente peligroso que por una mayoría circunstancial se expulse a un legislador votado en una elección, cuando existen otros procedimientos como la suspensión o el desafuero si así lo solicitara un juez. Mauricio Macri, por caso, asumió con un procesamiento y la Justicia lo resolvió mientras ejercía la primera magistratura. Un dato, al pasar: Beatriz Estela Aranguren, que será designada vocal de la Cámara Federal de Apelaciones de Paraná, había quedado fuera de la terna. Impugnó el puntaje, lo corrigieron y quedó tercera. Finalmente será la vocal. En Cambiemos agradecieron a Frigerio.

La iniciativa de sacar al ex ministro de Planificación por “inhabilidad moral” tendrá un segundo round. Desde Cambiemos están pidiendo por estas horas el voto para cambiar las mayorías parlamentarias y, después de octubre, avanzar nuevamente contra el funcionario más denunciado del proceso político anterior.

El caso De Vido no sólo se transformó en el libreto de la campaña de Cambiemos, sino en una nueva forma de entender el republicanismo: lograr una mayoría para ejecutar una decisión política, pese a que el sistema prevea mecanismos institucionales para inhabilitar, hasta ahora, a un sospechoso.

Fuente: Página Política