Afirman que la dislexia no es un problema de inteligencia

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Durante mucho tiempo, hablar de dislexia era hablar de un síntoma indicador de una problemática emocional, que afectaba el progreso de algunos chicos en edad escolar.

Sin el avance tecnológico que permitía dar cuenta de las reacciones a nivel del cerebro ante ciertas estimulaciones, este tipo de disfunciones caían en una generalización, falta del diagnóstico específico y la intervención profesional adecuada.

En la actualidad, tendencia es catalogarla como una disfunción neurobiológica que acompaña a la persona a lo largo de toda su
vida.
El equipo de psicopedagogas del Hospital de Clínicas, integrado por las licenciadas Rosamarina Alvarez, Marina Croceri, Patricia Pasqua y Karina Estigarribia, aportó una nueva mirada a esta afección al destacar que «no es un problema de inteligencia, sino que tiene que ver con el aprendizaje».

Alvarez indicó que «para el chico con dislexia, todo se hace un poco cuesta arriba» ya que «la lectura y la escritura son cosas con las que se va a enfrentar toda la vida».
«Estamos ante una persona que cuando se encuentra con un escrito, no encuentra ninguna representación. Es como intentar leer un idioma totalmente desconocido que para él no tiene lógica, no lo puede descifrar», agregó Croceri.

Las especialistas aseguraron que «la clave» está en el diagnóstico adecuado en el momento preciso.
«Se necesita que el chico tenga algunos conocimientos sistemáticos sobre lenguaje, lectura y escritura para estar seguros que es dislexia. Tiene que avanzar en la escolarización, por lo menos hasta segundo o tercer grado. Sin embargo, hay que prestar atención a los progresos desde el jardín, porque se manifiesta desde muy temprano», explicó Pasqua.

En ese sentido, Alvarez indicó que «esto es algo que va a acompañar al chico casi toda la vida, pero que puede aprender a compensar muy bien».
«Lo principal es la familia. No solo el acompañamiento que brinda, sino cómo impacta el diagnóstico. Hay que aprender a manejar la presión que los padres ponen en el chico cuando pasa el tiempo y no aprende a leer y escribir. También lo dispuestos que están a pedir ayuda, muchas veces se escudan en otras capacidades y le restan importancia», puntualizó Croceri.