Las vendió la misma partera y tras más de 30 años descubrieron que eran hermanas

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El 15 de diciembre de 2012, Victoria se enteró que era adoptada por un mensaje de su primo en el Messenger. Corrió a preguntarles a sus padres si era cierto, y ellos lo admitieron, pero se negaron a dar un dato más. Entonces empezó la otra vida de Victoria, la de buscar desesperadamente su identidad. Tenía 32 años. Había nacido en Rosario, pero desde los ocho vivía en Capilla del Monte, Córdoba.

Victoria había nacido en 1980, así que fue a la Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad (CoNaDi), donde corroboraron sus datos en el Banco Nacional de Datos Genéticos, por si era una niña más apropiada de la dictadura, pero no, dio negativo. Buscó su partida de nacimiento, y allí figuraba el nombre de la partera, Josefina Messulam. Googleó y descubrió que esa mujer –que ya estaba muerta– había vendido muchos bebés durante años. Se conectó con la organización Nuestra Primera Página (NPP), de Rosario, donde conoció a muchas personas con historias similares a la suya, y allí le hablaron de Family Tree.

Después de pensarlo, se animó a escribir al laboratorio de los Estados Unidos, le mandaron un número de kit, y ella misma se tomó la muestra en su casa: frente al espejo, pasó los hisopos por sus mejillas y encías y las mandó al laboratorio de Colabianchi, que las envió a Estados Unidos. El 12 de febrero de 2016 llegó el mail con datos de sus etnias y nombres de primos lejanos, de cuarta generación. Pero el 7 de junio le llegó otro mensaje que la desbordó: tenía una hermana completa (de padre y madre), y hasta le daban el nombre y el apellido: Débora Orué. La buscó en Facebook, vio sus fotos y sí. . . se le parecía, pero lo más sorprendente era que era igual a uno de sus hijos.

Débora había hecho un recorrido similar. Se enteró de grande que era adoptada, al morir otra hermana sorpresivamente del corazón, a los 23 años. Tenía una enfermedad que, de haberlo sabido, podría haber evitado su muerte. Ese hecho terminó de fracturar a la familia. Como Débora había nacido en 1979, también en Rosario, acudió a la CoNaDi, pero el resultado también dio negativo: «Yo siempre sospeché que era adoptada, pero nunca imaginé que era apropiada. Fue muy duro saber que habían pagado por mí, que yo había sido un objeto que fueron y compraron, más allá de que me criaron con todo el amor del mundo», dice Débora.