La Licenciada Teresa Cóccaro, responsable del área de Nutrición en INEBA, asegura que, durante los meses más fríos, solemos elegir comidas más calóricas y practicar menos ejercicio físico, lo que se traduce en un aumento de peso. Para evitarlo, aconseja:

* No dejar de consumir frutas: No solo aportan fibra sino que, muchas de ellas, como los cítricos, aportan vitamina C, que previene enfermedades y aumenta las defensas. Durante los meses de otoño e invierno se recomienda consumir dos frutas por día: una debe ser cítrica y la otra no necesariamente tiene que ser fresca, sino que puede ser cocida (compota o azada). Las frutas secas también son una opción saludable.

* Más verduras cocidas: Conviene reemplazar las ensaladas (ya que el cuerpo precisa de comidas calientes) por vegetales cocidos de estación (calabaza, remolacha, zapallito, berenjena, acelga, espinaca, brócoli, coliflor y zanahoria). Pueden ser cocinados al vapor, al horno o salteados con aceite en aerosol, y presentados en forma de budines, puré o soufflé. Cuanto más color haya en el plato, mayor será el aporte de vitaminas y minerales.

* Lácteos todos los días: Remplazar el yogurt por un vaso diario de leche tibia con cereales o frutas secas. Se le puede agregar también una cucharadita de cacao amargo que aporta una buena cantidad de proteínas y calcio.

* Carbohidratos sí, pero con moderación: Incorporar en el desayuno o la merienda panes o cereales integrales, de salvado o con semillas, o bien algunas galletitas dulces sin relleno (vainillas, byscuits, de maicena o lacteadas). Comer arroces, lentejas, polenta, papas o fideos solo dos veces por semana.

* A tomar la sopa: Para acompañar las comidas, se recomienda consumir sopas de verduras o caldo y tomar agua a través de la ingesta de infusiones calientes (té, mate cocido y mate) que permiten regular la temperatura corporal.