Dos años sin Aylan: 8500 muertos más desde aquella foto

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El lugar parecía tranquilo: sin policía en los alrededores, con los potentados de Europa del Este durmiendo en los resorts junto a la carretera y las luces de la isla griega de Kos al fondo, a seis kilómetros de distancia, sólo separada de aquella playa de Akyarlar, en la península de Bodrum, por una manga de mar negra como la noche. Era el dos de septiembre de 2015.

Tras haber sido descubierto y rechazado por los guardacostas turcos en dos ocasiones y haber perdido su dinero en manos de las mafias de Estambul, a más de 2.000 euros el intento, el barbero Abdula Kurdi se jugó todo a una última carta. Esa noche esperaba escondido en un bosque cercano junto a su mujer, Rihan, y sus hijos Galib y Aylan. Alrededor, otro grupo de 17 sirios que haría el viaje con ellos. Había llegado el momento de acercarse a la orilla con las dos embarcaciones inflables casi de juguete que habían conseguido comprar con los últimos ahorros. En total, 23 personas a embarcar en dos lanchas. Cuando salieron a mar abierto, el agua comenzó a entrar en los botes. Se hundieron ambos poco después en pleno ataque de pánico en medio de la oscuridad.

La última noticia que Abdula tuvo de su hijo Aylan fue el tacto de sus dedos. Se le escapó intentando nadar y salvar la vida. Siete personas fueron rescatadas, dos consiguieron llegar a nado a la orilla y el resto se ahogó. Al amanecer, vieron el cuerpo del pequeño Aylan en la misma playa de la que habían salido, boca abajo. Alguien avisó a una fotógrafa de prensa: Nilüfer Demir. Fue a apretar el disparador de la cámara cuando uno de los policías que acordonaba la zona se acercaba para recoger el cuerpo del niño. Click. Al mediodía, la agencia Reuters había comprado la imagen y minutos después ya inundaba las webs del planeta.

La onda expansiva de la instantánea, punto álgido del interés por los refugiados, alcanzó a Merkel, Cameron, Hollande y la mayoría de líderes mundiales, que se vieron obligados a hacer declaraciones más o menos compungidas. El problema es que el drama real, el de las dificultades de los que huyen para alcanzar un lugar seguro, no sólo no mejoró: hoy, dos años después de aquella imagen, la situación está mucho peor que entonces. Desde la muerte de Aylan, han fallecido 8.500 personas en el Mediterráneo según Acnur.