El medio ambiente, inevitablemente, asoma en la agenda política

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En Gualeguaychú y Paraná prohibieron la venta y utilización de glifosato. Las iniciativas deben ser enmarcadas en un reclamo que toma volumen en la sociedad por diferentes motivos. La deuda de la Legislatura provincial. El compromiso de Bordet.

Mucho antes que Jorge Bergoglio se convierta en Francisco y hable del medio ambiente, Fidel Castro lo hacía en su diario Granma en Cuba. Por eso la izquierda plantea una agenda ambiental hace décadas y el peronismo se enteró por el Papa, a quien tiene como único referente, que el capitalismo no sólo genera pobres sino que también destruye el bienestar global, en el que viven todos.

La literatura también puso la lupa en estos asuntos. El norteamericano Jonathan Franzen en el libro Libertad; o el chileno Luis Sepúlveda en Un viejo que leía noveles de amor. Allí describieron con maestría estas cosas.

La política doméstica ha tardado más en digerir estas cuestiones, pero las luces de alarma modifican sus agendas para dar respuestas. Sin dudas hubo, en Entre Ríos, un antes y un después con la Asamblea Ambiental de Gualeguaychú. La historia y el tiempo dirán si se ganó o se perdió la batalla con la instalación de la papelera Botnia.

En las últimas dos semanas se dieron dos sucesos que alimentan la conjetura de que el cuidado del medio ambiente es inevitable en la agenda pública. En Gualeguaychú prohibirán la venta, el uso y el acopio de glifosato. Lo anunció el intendente Martín Piaggio y ya estudia en el Concejo Deliberante un proyecto. El jefe comunal fue el primero en poner el grito en el cielo cuando se pretendió en esta comarca modificar la Ley de la Madera, es decir habilitar la exportación de rollizos a Uruguay. Mauricio Macri, en su documento “El estado del Estado”, había cuestionado esa norma.

Este jueves el Concejo Deliberante de Paraná aprobó por unanimidad una ordenanza que prohíbe dentro del ejido de la ciudad “la utilización, comercialización, circulación y aplicación en toda forma y de cualquier tipo de producto químico o biológico de uso agropecuario, destinado a la fumigación o la fertilización agrícola, forestal o de espacios verdes, que contengan Glifosato y agroquímicos derivados, con el objeto de asegurar la protección de la salud humana y el medio ambiente”.

Una investigación publicada por la revista internacional Environmental Pollution y realizada por científicos del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) reveló que el herbicida glifosato no hace más que acumularse en los campos argentinos, principalmente en la provincia de Entre Ríos y Urdinarrain encabeza el ranking mundial.

La Legislatura provincial arrastra una larga deuda al respecto. Desde el 2006 a la fecha se han presentado varios proyectos para desechar el uso de agrotóxicos que se rige por la Ley de Plaguicidas Número 6.599 sancionada en 1980 (dictadura) y que lleva la firma del interventor militar Carlos Enrique Aguirre. Incluso se diseñó un Código Ambiental, que tuvo a Jorge Kerz como redactor, que no se instrumentó.

La Justicia también tomó nota de la presión de algunos sectores de la sociedad que, en el último tiempo ha tomado volumen. El mes pasado, en un fallo inédito, el Tribunal de Juicio y Apelaciones de Concepción del Uruguay condenó a un año y seis meses de prisión condicional a Erminio Bernardo Rodríguez, presidente de la empresa fumigadora Villaguay Aero Litoral SA; José Mario Honeker, dueño del campo de arroz y maíz; y César Martín Ramón Visconti, el piloto del avión fumigador, que también fue inhabilitado por un año para realizar actividades de pulverización aérea. Los tres fueron encontrados culpables de los delitos de lesiones leves culposas y contaminación ambiental, penado por la Ley de Residuos Peligrosos, por la fumigación que roció de agrotóxicos a la Escuela Número 44 República Argentina, en Colonia Santa Anita, departamento Uruguay.

Gustavo Bordet, en su discurso inaugural, tuvo un capítulo para el medio ambiente. No era habitual. Ante la Asamblea Legislativa apuntó sobre la necesidad de “revisar los modos de producción en función de los perjuicios ambientales que generan las actividades como la agricultura intensiva y migrar de los reclamos superestructurales a una plataforma institucional dónde se puedan debatir ideas, pero teniendo claro que los dotes que la naturaleza le brindó a Entre Ríos, como los recursos hídricos, son el bien superior a custodiar”.

Bordet sostuvo que en ese marco su política “de estímulo a la producción reconoce el límite ambiental” y rechazó de plano la técnica del fracking. “No al fracking en Entre Ríos durante mi mandato, es una decisión”, puntualizó. Sus palabras merecieron el saludo de la organización ambientalista
M’ Biguá
. La necesidad y el reclamo de cuidar el medio ambiente crece, sólo queda legislar.

Fuente: Página Política