La ‘falta de voluntad’ aleja a los argentinos del bienestar

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La avidez por los temas de salud es evidente. La proliferación de sitios dedicados a la medicina, el bienestar, los deportes y el auge de los ‘influencers’ en redes sociales que ‘enseñan’ cómo llevar una vida más sana son prueba de esta tendencia.­

Sin embargo, las cifras demuestran que toda esta información -no siempre sustentada por conocimientos científicos- parece quedar estancada en el plano de lo ideal y, por algún motivo, existe una dificultad para ponerla en práctica. Cabe recordar que 6 de cada 10 argentinos padece sobrepeso u obesidad, más de la mitad son sedentarios y un cuarto fumadores, según la última Encuesta Nacional de Factores de Riesgo.­

«Algo estamos haciendo mal», advirtió el martes último el doctor Jorge Tartaglione, médico cardiólogo y miembro de la Sociedad Argentina de Cardiología (SAC), durante la presentación de los resultados del ‘Estudio sobre hábitos saludables en la Argentina’.­

Con más de 35 años de trayectoria, el cardiólogo está convencido de que tanto la comunidad médica como los demás actores de la sociedad (el estado, las escuelas y los medios de comunicación) deben replantearse la forma en que se transmiten las cuestiones vinculadas con la salud.­

«Un trabajo publicado este año en Annals of Behavioral Medicine concluyó que informar de manera personalizada el riesgo de padecer una enfermedad no produce grandes cambios a la hora de promover comportamientos saludables», mencionó como ejemplo.­

En la búsqueda de dar el puntapié inicial en ese necesario cambio de paradigma, Tartaglione lanzó ‘Revolución Saludable’, una propuesta para contribuir a lograr cambios en el estilo de vida y mejorar el bienestar general.­

«Se trata de un movimiento que invita a participar a otros profesionales de la salud y a la población en general con un mismo objetivo: incorporar hábitos saludables que se mantengan en el tiempo», explicó.­

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CUADRO DE SITUACIÓN­

Como punto de partida, Tartaglione consideró crucial conocer qué actitud tienen los argentinos frente a los cambios de hábitos y cuáles son los principales obstáculos que se deben sortear cuando se busca incorporarlos a largo plazo.­

Las respuestas las obtuvo a través de una encuesta, llevada adelante por Voices! para Revolución Saludable, realizada en septiembre último a más de 1.000 argentinos, varones y mujeres, mayores de 16 años.­

«El trabajo comprobó que la mayoría de los argentinos (65%) considera que debería cambiar sus hábitos para llevar una vida más saludable pero la cifra trepó al 87% cuando a los encuestados se les leyó un listado de posibles cambios y se les preguntó si debían realizar alguno de esos», consignó Tartaglione.­

Tomar más agua, bajar de peso, realizar más actividad física, dejar de fumar y reducir el consumo de sal fueron los cambios que los participantes de la encuesta refirieron que más necesitaban proponerse.­

Sin embargo, menos de 7 de cada 10 hicieron el intento de modificar algún hábito en los últimos 12 meses y, de ellos, apenas la mitad (51%) logró sostener el cambio al cabo de un año.­

«Cada uno sabe qué es lo que debería mejorar a pesar de que no sea sencillo. La buena noticia es que la evidencia muestra que, para lograrlo, el primer paso es reconocer el problema y proponerse cambiar», resaltó Tartaglione.­

Quienes no lograron sostener un cambio en los últimos 12 meses, listaron como principales razones la falta de voluntad (6 de cada 10 casos) y la falta de tiempo (1 de cada 4). ­

Por su parte, la doctora Fiorella Tartaglione, médica cardióloga del Sanatorio de la Trinidad Mitre, hizo hincapié en que «estos factores que aparecieron justificando la falta de éxito son comprensibles, teniendo en cuenta la forma de vida que se lleva en la actualidad».­

En ese sentido, instó a implementar estrategias que faciliten alcanzar las metas: «Cada uno puede hacer pequeños cambios para generar una revolución saludable en su vida. Lo mejor es fijarse objetivos específicos y medibles, como caminar media hora por día al volver del trabajo, en vez de objetivos ambiguos al decir `tengo que hacer más ejercicio’. Y, para lograrlo, basta -por ejemplo- con bajarse dos paradas antes del colectivo y caminar, o subir algunos pisos por escalera en cambio de usar siempre el ascensor».­

La cardióloga también hizo hincapié en que «no es verdad» que llevar una vida más sana sea más caro y, en esa línea, propone «entrar a la verdulería en vez de al kiosco». «Un paquete de gomitas sabor frutal cuesta 13 pesos mientras que una banana alrededor de 4», enfatizó.­