Cuáles son las palabras más curiosas que agregó la RAE

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El lenguaje muta todo el tiempo. Se mueve para un lado, para el otro, hacia los costados, pero siempre para adelante, al frente, al futuro. Hay frase muy famosa del escritor inglés Samuel Johnson que la pronunció hace tiempo, en el siglo XVIII, y que dice: “El lenguaje es el vestido de los pensamientos”.

Si lo que pensamos cambia con la historia, con los nuevos contextos, con las nuevas disciplinas, ¿por qué no habría de cambiar el lenguaje también? ¿Cómo designamos a los nuevos fenónemos que se paran frente a nuestros ojos si no tenemos la capacidad de práctica de ensanchar nuestro idioma hasta volverlo un elástico que abarque (lo más posible) toda la realidad?

La Real Academia Española (RAE) acaba de dar un nuevo paso hacia adelante. Ha incorporado 3.345 modificaciones entre cambios, supresiones y novedades. Entre ellos está el término “sexo débil”, muy usado para designar lo femenino. A partir de ahora se tratará de una expresión “despectiva o discriminatoria”. Es la oficialización de algo que ya la sociedad exigía, que el diccionario de español se adapte a los nuevos tiempos de necesaria igualdad de género. En este sentido, una incorporación importante es que, como sólo aparecía la palabra juez, masculino, ahora también estará en femenino: jueza. Lo mismo con embajadora, porque, en ambos casos, antes sólo estaba como “mujer de juez” o “mujer de embajador”.

Frente a algunas críticas, el director de la RAE, Darío Villanueva, aseguró: “Jamás haremos un diccionario políticamente correcto, ya que sería destruirlo, queremos que sea el más igualitario”.

Más incorporaciones que aparecen en la versión online del Diccionario de la Lengua Española: aporofobia (fobia a las personas pobres o desfavorecidas), buenismo (“actitud de quien ante los conflictos rebaja su gravedad, cede con benevolencia o actúa con excesiva tolerancia”, cliquear y cliqueo, postureo (“actitud artificiosa e impostada que se adopta por conveniencia o presunción”) y un concepto filosófico muy comentado en esta época, posverdad (“distorsión deliberada de una realidad que manipula creencias y emociones con el fin de influir en la opinión pública y en actitudes sociales”).

Una caso particular es el de la palabra táper que corresponde a una marca, también el modismo chusmear que quiere decir “hablar con indiscreción o malicia de alguien o de sus asuntos” o los anglicismos cracker, hacker y fair play que ya se ganaron un lugar en el idioma castellano.

Ahora estará la palabra “pasada”, que significa “exagerado, extraordinario o fuera de lo normal”; “nota” como “persona a la que le gusta llamar la atención o que tiene un comportamiento inconveniente”; “pinqui” que es la “prenda femenina que cubre la planta, el talón y los dedos del pie y que se pone para proteger este del calzado”. También bioenergía, chakra, chicano, chusmear, patético, vallenato, acoso escolar, hummus y kosher.

¿Y qué sucede con esas palabras obsoletas que ya no se usan? Más de veinte vocablos en desuso han sido suprimidos de la versión digital, como por ejemplo “inceptor”, definida como “persona que comienza o inicia algo”. Sin embargo, Villanueva aprovechó la presentación de la nueva versión del Diccionario para hacer un llamado contra la incorporación “indiscriminada” de anglicismos en la lengua castellana. Eso también sucede; son los “excesos”.

Este año fue movido para la RAE. Se prevé que cerrará el 2016 con un total de mil millones de consultas, frente a los 600 millones que tuvo en 2016. El lenguaje está vivo y cambia constantemente. Quizás el 2018 se mueva aún más. Todo depende de nosotros.