Después de los 50, se enteró de que era adoptada y ahora busca a su mamá

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Parece una historia de película, pero se trata de la vida misma. Un abrir y cerrar de ojos bastan para que un secreto familiar obligue a replantear la identidad de Verónica Edith Sutera (54). Hace más de un año, su hermana, antes de morir, le confesó que era adoptada y desde entonces no paró de buscar a su mamá biológica.

La partida de nacimiento asegura que nació en Florida. «Según el documento, me tuvieron en la casa de mi abuela materna y mis papás adoptivos fueron José Ángel Sutera y Susana García», cuenta Verónica. En su infancia vivió con su familia en la calle Monteverde al 3500, Olivos.
«Soy la mayor de tres hermanos. Tenía una buena relación con ellos pero la verdad es que mucho no recuerdo de esa época. Dicen que el inconsciente borra, reprime lo que duele», comenta Verónica, quien actualmente ejerce como Psicóloga Social en un centro de estudios y además trabaja en un registro automotor.

Nunca se lo dijeron
«A mis papás adoptivos nunca se les escapó la verdad ni tampoco me lo insinuaron», dice. Y agrega: «Sin embargo, tenía dudas sobre mi identidad pero lo dejé pasar porque me vi parecida con algunos familiares de mi padre». Vivió con ellos hasta los 21 y luego se fue con su pareja.
Un secreto familiar, oculto durante años, cambió su vida para siempre. «Mi hermana, enferma de cáncer, se acercó a una iglesia para buscar ayuda y una mujer le aseguró que debía dejar de cargar con un secreto que llevaba adentro», remarca. Y añade: «Antes de morir, me reveló en noviembre de 2016 que cuando era bebé me habían dejado en la puerta de la casa de Olivos. Se lo había contado mi mamá adoptiva».