Cuba y Venezuela, la paradoja de la historia

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No puedo menos que apreciar la posición adoptada por el secretario de la OEA Luis Almagro respecto a la situación en Venezuela. Evidentemente el organismo ha dado un paso hacia delante en defensa de la libertad, decididamente contrastante con el que fuera bajo la dirección del chileno José Miguel Insulza. Al respecto recuerdo que cuando la OEA decidió echar a Honduras de la OEA por haber destituido a su presidente, Insulza con el apoyo de Estados Unidos le pidió a Fidel Castro que entrara en la OEA. Por supuesto Fidel Castro se negó.

Hoy en Venezuela se encuentra muerta la libertad, y en razón de ello el secretario de la OEA ha planteado la necesidad de un referendo para que el pueblo decida si el presidente Maduro continúa en el poder. Pero más aún ha propuesto la obligación del presidente de liberar a todos los presos políticos venezolanos.

Permítanme pasar a un tema preocupante y que a mí me causa la mayor tristeza y desesperanza. Me pregunto cómo se puede ignorar que el llamado socialismo del siglo XXI, no ha sido más que un proyecto venezolano para alcanzar por otra vía el poder absoluto que reina en Cuba. Y digo reina, pues el medio no ha cambiado por el acercamiento con Estados Unidos. Nadie pide ahora que se liberen a los presos políticos en Cuba.

Evidentemente el gobierno venezolano pretende ignorar al resto del mundo. Y la dictadura prevaleciente se basa en la continuidad del poder absoluto. Por supuesto allí está presente el principio de Macchiavello: «El príncipe no puede controlar el amor, pero si el miedo». Pensar que Maduro, cuya personalidad y su carácter político es un hecho indiscutible, pueda aceptar un diálogo democrático que limite su poder en nombre del pueblo, es cuanto menos una candidez política.

En Venezuela prevalece el poder militar en manos de Maduro y su adlátere Diosdado Cabello. Y en el ámbito constitucional el poder judicial depende del gobierno. Y como reconociera Adam Smith: «Cuando el Poder Judicial está unido al Ejecutivo, la Justicia es no más que eso que se reconoce vulgarmente como política».

Otro aspecto a considerar en el caso de Venezuela es que tal como sostiene un movimiento político de jóvenes que me entrevistara recientemente, la oposición también es socialista. Y por supuesto ya debiéramos saber que la dictadura comunista es un proceso político, pero el socialismo es el determinante de la pobreza. Tal fue el caso de Cuba a partir de 1959, cuando el país tenía el nivel de vida más elevado de América Latina y después Venezuela con la llegada de Chávez y su sucesor Maduro a lo que se ha unido la caída en el precio del petróleo.

La realidad histórica es que muestra que cuando los derechos son del pueblo se violan los derechos individuales. La economía que creó el sistema político que permitió la libertad en el mundo por primera vez en la historia se basó en la conciencia de la naturaleza humana y por consiguiente la necesidad de limitar el poder político. Y como bien señala David Hume: «El problema no son las mayorías sino las asambleas que pretenden representarlas».

Recordemos entonces que como bien dijera Séneca: «Para el que no sabe dónde va, nunca hay viento favorable». Y esta es el problema que existe hoy en el mundo incluido los Estados Unidos, donde todo parece indicar que se ignoran los principios de los Founding Fathers.

Toda mi discusión parece ser de un pesimismo histórico, pero el mismo no es más que una preocupación por la realidad que estamos viviendo. Y para terminar cito nuevamente a José Martí: «Ver cometer un crimen en calma, es cometerlo».