Comer bien, la mejor receta para correr mejor

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Son las cinco de la mañana. Es hora de salir a correr. Todo está preparado: zapatos, ropa, reloj, una botella de agua y, claro, el plan de entrenamiento del día. ¿Y el desayuno? “A esta hora no me entra ni un tinto”, sentencian algunos. “Al regreso veo qué alcanzo a comer”.

Le suena familiar, lo sé. A todos los atletas aficionados nos interesa saber qué comer antes y después del entrenamiento.

Recetas, mil. Basta entrar a internet para darse cuenta de que miles de corredores devoran artículos con el propósito de mejorar su rendimiento o perder los kilos que frenan su desempeño.

Luego de lecturas y entrevistas con expertos, la conclusión es esta: la diferencia entre los corredores aficionados de alto rendimiento y los demás mortales que salimos a correr no está en lo que comemos antes, durante o después de entrenar. La ventaja competitiva se cifra en que algunos entienden que la nutrición tiene un peso real en el desempeño, los resultados y la capacidad de recuperación.

Entre los expertos hay una resistencia a dar fórmulas mágicas. Excepto una: consultar con un buen nutricionista. Ese especialista debe indicarle cómo comer para correr teniendo en cuenta las intensidades y sus necesidades físicas.

“Hay que tener en cuenta la estructura corporal y la reserva energética de cada atleta. A partir de ahí y de las variables de tiempo e intensidad de entrenamiento, se calcula qué debe consumir”, dice Arturo Hoyos, nutricionista de la Universidad Nacional, antropometrista certificado ISAK Nivel 2 y asesor de deportistas de élite y olímpicos.

Hoyos indica que, independientemente del tiempo o la intensidad, hay que desayunar algo, meterle energía a la máquina. ¿Y qué pasa con eso de que en ayunas se quema más grasa y se favorece la resistencia? “No es cierto. El organismo necesita algo de energía para activarse tras tantas horas sin comer”, señala el experto.