Cuidados paliativos, o el arte del bien morir

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“En un país cuyo nombre no será mencionado, se produce algo nunca visto desde el principio del mundo: la muerte decide suspender su trabajo letal, la gente deja de morir. La euforia colectiva se desata, pero muy pronto dará paso a la desesperación y al caos. Sobran los motivos. Si es cierto que las personas no mueren, eso no significa que el tiempo haya parado. El destino de los humanos será una vejez eterna”, ficcionaliza el premio Nobel de literatura José Saramago en su novela “Las intermitencias de la muerte”.

Aunque la suspensión de la muerte, la supervivencia de un Highlander siempre joven, no es más que una fantasía casi aterradora, la muerte de las últimas décadas es una muerte que se mantiene oculta, de la que se habla poco, lo justo, en tono de fracaso.

La escuela de la medicina paliativa toma otro camino: el de la muerte como una etapa natural de la vida al que todos los seres llegan, más tarde o más temprano. Era el 29 de julio de 1967 cuando la enfermera Cicely Saunders fundaba el St. Christopher’s Hospice en Londres, Gran Bretaña. Aquél fue el primer centro de salud en el que, además de dar atención a pacientes terminales, se realizó investigación, docencia y apoyo dirigido a las familias, tanto durante la enfermedad como en el proceso de duelo. Los cuidados paliativos acaban de cumplir 50 años de existencia práctica, y en la Argentina funciona el primer centro médico inspirado en aquel hospice londinense. Es el CCP Baires, que tiene capacidad para 50 pacientes y en su staff cuenta con médicos paliativistas que trabajan de manera interdisciplinaria con un equipo de enfermería, psicología, fisiatría y kinesiología, entre otras especialidades. El trabajo es en equipo, especializado y personalizado según las necesidades de cada paciente.

“Los cuidados paliativos mejoran la calidad de vida de los pacientes y de las familias que se enfrentan a una enfermedad que pone en riesgo la vida”, resume la Organización Mundial de la Salud, OMS. Para lograr esto, advierte, es preciso cubrir varios frentes: “Proveyendo alivio de los síntomas y del dolor, y brindando apoyo tanto espiritual como psicosocial desde el momento del diagnóstico hasta el final de la vida”. Esto también incluye al duelo (los duelos) por los que atraviesan los familiares e incluso amigos de la persona enferma.

Cuidar a la persona que convive con una enfermedad cuya cura aún no se conoce abarca mucho más que el mero alivio del dolor y los síntomas físicos. Que pueden percibirse como insoportables, pero que no vienen solos. “Los cuidados paliativos son un modelo de atención que mejora la calidad de vida de los pacientes con enfermedades terminales o crónicas y las de sus familias, por medio de la prevención y el control del sufrimiento con la identificación precoz, la evaluación y el tratamiento adecuados del dolor y otros problemas físicos, psico-sociales y espirituales”, describe Silvio Pederiva, especialista en cuidados paliativos que posee una trayectoria profesionales de dos décadas y que es, a la sazón, director médico del CCP.

Que el enfermo pueda vivir tan activamente como le sea posible hasta su muerte, ése es el objetivo de los paliativistas.
Actualmente el CCP tiene 34 pacientes internados y por sus habitaciones impecables, luminosas, pintadas con colores alegres, que identifican a sus habitantes por nombre y apellido (y no por número, como en las instituciones de salud comunes), ya pasaron más de 950 personas provenientes de diversas prepagas y obras sociales.

Es que los cuidados paliativos están incluidos en el Programa Médico Obligatorio (PMO), que no es otra cosa que la canasta básica de prestaciones médico asistenciales a la que tiene derecho una persona que es beneficiaria de la seguridad social en la Argentina. Aún así, se calcula que apenas un 5% de quienes los necesitan los reciben.

“Vemos la medicina desde un polo completamente diferente al tradicional. Es no verla desde un punto de vista organicista, sino de una manera holística, con un enfoque en lo biopsicosocial. Los hospices son una clínica de tercer nivel que se basa en una filosofía paliativa”, sintetiza Leonardo Di Camillo, médico paliativista que integra el staff del CCP.