La posibilidad del trasplante siempre estuvo presente, pero la necesidad de mejorar la calidad de vida del pequeño, que hasta diciembre pasado nunca pudo orinar con normalidad y lo tuvo que hacer por dos uréteres externos ubicados en su espalda, precipitó esta alternativa.
«Los riñones se enfermaron estando él en la panza, hoy sumando los dos tiene un 15% de función renal», contó Juan, su papá, que junto a sus otros dos hijos -Julia (10) y Juan Cruz (18)- acompañan a su esposa y al menor de la familia en la recuperación hospitalaria.
Por su parte, la donante dijo: «Gracias por preocuparse y estar pendientes de nosotros, Rufi ya tiene el riñoncito de su mamá y está funcionando en su cuerpito. Como este tipo de cirugía lo requiere, los médicos están pendientes del minuto a minuto. Por el momento, el nuevo riñón funciona muy bien, gracias a Dios», expresó.
Al tiempo que contó que su hijo «está muy monitoreado y controlado, con molestias propias de la intervención, pero con mucha fortaleza».