«Allí conocí al señor Adrián Romani -a cargo de esa dependencia- que fue muy amable conmigo, y me dio una gran mano para conseguir dónde alojarme y alimentarme. Estoy muy agradecido con esta persona, he conocido muchísima gente en este camino y es muy difícil tener esta clase de suerte», expresó en diálogo con ElDía.

Manolo nació y creció en Bogotá, donde trabajó mayormente en la gastronomía y se formó en el oficio de la vidriería. Pero tras «algunos desamores» y problemas laborales decidió viajar. La particularidad, entre otras, fue el vehículo elegido para hacerlo: una bicicleta que él propio armó.