Del aburrimiento al entusiasmo

Comentarios desactivados en Del aburrimiento al entusiasmo 11

El aburrimiento surge cuando lo que nos está ocurriendo no nos interesa, no nos gusta o no le aporta ningún valor a nuestra vida. Sentimos que esas actividades son una pérdida de tiempo y no le encontramos un sentido para realizarlas.
Su función es empujarnos a realizar cambios en nuestro estilo de vida, ya sea para que realicemos otra actividad, conozcamos gente nueva, viajemos a lugares desconocidos, tengamos otra pareja o renovemos una relación.
Pero ese cambio no es cualquier tipo de modificación en nuestra vida, sino que tiene que ser afín a nuestros gustos y tendencias personales. Por ejemplo, si siente la necesidad de conocer gente nueva, esas personas tendrán que tener alguna afinidad con usted, si no, se volverá a aburrir.
El aburrimiento nos pide que tengamos más creatividad para vivir, mayor variedad, nuevos horizontes, para poder ampliar nuestro mundo personal y recuperar la energía positiva que nos genera el entusiasmo.

Presos de las rutinas
Si siempre hace lo mismo, no podrá sentirse diferente. Es muy fácil caer en la rutina diaria: tomar siempre el mismo camino de regreso a casa, comer siempre lo mismo, ponerse las mismas prendas de vestir, llamar a un familiar a la misma hora, entre tantas otras conductas repetitivas.
La rutina es necesaria porque le da un orden a nuestras acciones y nos permite realizarlas sin tener que pensar en ellas. Sin embargo, no es saludable no romperla nunca, ya que nos instala en la sensación de estar constantemente girando sobre lo mismo.
Una actitud que nos conduce a estar aburridos es la pasividad. Sin darnos cuenta, nos va ubicando en la comodidad y nos sumerge cada vez más en la quietud y el encierro. Así evitamos movernos, salir y hacer actividades. Al principio podemos sentirlo como un descanso pero, pasado cierto tiempo, el aburrimiento se apoderará de nosotros.
Los seres humanos tenemos una naturaleza activa y necesitamos estar ocupados haciendo actividades. Es cierto que hay personas más activas y otras más pasivas pero todas, en alguna medida, necesitan hacer algo satisfactorio en sus vidas, como por ejemplo conocer lugares nuevos, hacer una salida interesante o tener un trabajo estimulante. Tal es así, que las personas pasivas son las que tienden a aburrirse más fácilmente.
Una actitud perezosa también nos conduce al aburrimiento. La pereza nos hace sentir el cuerpo pesado para movernos, conduciéndonos a realizar actividades sedentarias, como puede ser acurrucarnos en el sofá, mirar televisión, comer y dormir. Si persistimos en una actitud de flojera, en vez de sentirnos descansados, nos sentiremos cada vez más cansados y nos costará más movilizarnos, ya que la quietud solamente nos traerá más quietud.
Otro factor importante que nos puede llevar a aburrirnos es la falta de objetivos en la vida. Esto se evidencia cuando no tenemos metas que ponen en juego nuestras habilidades y nos hacen sentir la satisfacción de que pudimos lograrlas.
Si no atendemos la voz del aburrimiento, esta emoción se puede transformar en un estado anímico de apatía, desinterés e insatisfacción con nuestra propia existencia. Si sentimos esta emoción es porque algún desajuste nos está ocurriendo en este momento. Este es un aviso para comprender que necesitamos realizar un cambio motivador en nuestro estilo de vida.

En busca de una pasión
Solo podemos pasar del aburrimiento al entusiasmo si nos conectamos con aquello que nos motiva, que nos vigoriza y enciende nuestra pasión. Si hacemos sintonía con nuestro deseo, encontraremos aquellas ocupaciones que son importantes para nosotros, que sentimos que le aportan un mayor valor y significado a nuestra vida.
El aburrimiento nos avisa que necesitamos un cambio y el entusiasmo nos ayuda a realizarlo, nos da el impulso. Nos hace sentir que vale la pena realizar el esfuerzo para poder alcanzar nuestras metas. El entusiasmo es expansivo, energizante y revitalizador.
Si estamos atravesando un período de aburrimiento, escuchemos su mensaje y pongámonos en acción para revertir la situación que lo provoca. No dejemos que el aburrimiento avance hasta convertirse en un estado anímico de tedio y desinterés. Atendámoslo cuanto antes y canalicemos nuestras energías para generar situaciones motivadoras que activen nuestro fervor y entusiasmo.
La motivación es el antídoto contra el aburrimiento. Necesita automotivarse encontrando lo que le entusiasma hacer. Así podrá disponer nuevamente de sus energías y moverse para conseguir lo que quiere.

¡Siento mi fuego interior!
Así sentimos el entusiasmo, como un gran fuego interior que nos impulsa a alcanzar el objetivo deseado. Esta emoción nos energiza, nos da ganas de levantarnos de un salto de la cama, dándonos una gran vitalidad y fuerzas renovadas para continuar.
El entusiasmo surge cuando anticipamos que algo positivo nos va a ocurrir, ya sea una reunión importante, la firma de ese contrato tan deseado, el ascenso en nuestro trabajo, una entrevista laboral u otras situaciones externas que pueden mejorar nuestra vida.
También puede entusiasmarnos una situación interna, como puede ser el surgimiento de una buena idea, la ocurrencia de un nuevo proyecto, una manera más favorable de alcanzar nuestra meta u otro pensamiento que nazca de nuestra propia creatividad.