El FMI tomó examen

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«¿Sabés cómo fue lo del Fondo Monetario Internacional»», me pregunta un viejo economista, experto conferencista, hombre de Harvard que despierta asombro con su desparpajo cuando transita los estudios televisivos. No me está interrogando en la intimidad confesional del café. El sabe la respuesta. Sólo quiere que yo le diga que no la sé para darle el pie que necesita para seguir hablando.

«Un día vino Luis Caputo, cuando era ministro de Finanzas, y le dijo a Macri que la tasa de interés de los créditos internacionales era altísima. Que el mercado se había puesto cuesta arriba. Y Macri le respondió: «Vamos al Fondo». Así de simple, pragmatismo puro», cuenta y se queda mirando. Como si hubiera soltado una verdad atómica, como si fuera el Enola Gay sobrevolando cielo porteño.

La anécdota viene a cuento porque acaba de culminar una nueva visita de la misión del Fondo Monetario Internacional, con Roberto Caldarelli a la cabeza. Ese es el nombre que hay que aprenderse ahora, como años atrás fue el de Anoop Singh o Teresa Ter Minassian. Pasaron por Argentina y sus reuniones dejaron cola.

Principalmente el encuentro de los hombres del Fondo con la cúpula de la Confederación General del Trabajo (CGT), en la sede de la Uocra, tuvo la pátina de preocupación social con la que se quiere ahora barnizar al organismo. Caldarelli dejó el edificio proyectando que el año que viene bajará la inflación, y los sindicalistas se mostraron conformes por haber sido escuchados. Sólo eso. Le tienen miedo al ajuste, claro está, pero les han prometido que no será para tanto.

El esfuerzo será grande y habrá que hacerlo en un escenario de recesión cuyo final aún no se advierte. El acuerdo con el FMI implica el cumplimiento de una serie de metas, la mayoría de las cuales no podrían ser cumplidas, tal como se sospecha por estas horas.

La meta inflacionaria pautada con el organismo para este año es del 32%, pero el nivel de precios ha llegado ya al 31% y todavía queda un puñado de meses por vivir. Es decir, esa materia nos la llevamos directo a marzo. Las metas fiscales, en cambio, son más flexibles. Algo se puede dibujar, hay que apelar a la contabilidad creativa, asegura otro economista que no mira con buenos ojos la marcha del país.

Este nuevo Fondo, revestido de bondad y comprensión, no tolerará sin embargo un manejo desprolijo del dinero que nos presta. Por eso es que al Gobierno le urge aprobar la Ley de Presupuesto, instrumento necesario para que el organismo destrabe o adelante los próximos tramos del crédito puente por u$s 50.000 millones.

Lo difícil del caso, además, es que el Gobierno asume compromisos allende el 2019, como si tuviera la certeza de que va a ganar las elecciones presidenciales. Puede ocurrir, en cambio, que sea una gestión de otro sello político la que tenga que lidiar luego con las consecuencias de un tratado semejante.

Por si esto no prospera, hay quienes ya trazan planes alternativos. Uno de ellos es Carlos Melconian, ex presidente del Banco Nación y hombre de confianza de Mauricio Macri, quien hilvanó esta semana una serie de escenarios, uno más dramático que el otro. En caso de desbarrancar, dice Melco que lo que viene es subir retenciones, controlar precios y volver al cepo cambiario. Todo es posible. Otros, además, creen que Estados Unidos sería capaz de rescatarnos con tal de que, crisis mediante, no demos un volantazo hacia la centroizquierda.

Alguna vez otro economista, hecho al fuego lento de la experiencia y autor intelectual de las Lebacs durante su paso por el Banco Central, dijo que la diferencia entre pedirle plata al marcado y pedírsela al Fondo es que éste último cobra tasas más baratas, pero condiciona las políticas del país. Hay que aguantarse la auditoría de las cuentas públicas.

Para ejemplo basta lo que ocurrió con Grecia. Hace algunos días su presidente, Alexis Tsipras, un hombre de izquierda, saludó la finalización del rescate que el FMI y la Unión Europea llevaron adelante con Atenas desde 2010. Lo que quedó se asemeja a las históricas ruinas helénicas. Veamos:

* El país recibió u$s 330.000 millones, siendo el mayor rescate de la historia. A la Argentina le dieron u$s 50.000 millones.

* El 5% de la población abandonó el país.

* Desde que implementaron las políticas del Fondo sufrieron 8 años de recesión.

* Los sueldos perdieron un 30% de poder adquisitivo.

* El PBI cayó desde entonces un 30%.

* El desempleo alcanza casi el 20%. El empleo que se crea es de tiempo parcial y el salario mínimo es de u$s 681.

* Este año lograrían un superávit del 0,8%.

* Los jubilados perdieron cerca del 40% de sus ingresos.

* Los maestros son despedidos en verano, con lo cual se evita pagarle las vacaciones, y recontratados al inicio del ciclo lectivo.