Las calabazas no son solo un alimento versátil que pueden consumirse en cualquier época del año y que dura bastante, sino que son excelentes aliadas para la salud.
Existen diferentes platos que puede preparar con calabazas: desde un puré (que es uno de los primeros alimentos que se les da a los bebés), cocinarlas al horno rellenas o en rodajas asadas, hervirlas para agregarlas en ensaladas, en licuados, sopas, etc… Y también sus semillas son comestibles y una excelente fuente de nutrientes benéficos.
Al igual que los frutos secos, las semillas de calabaza contienen cantidades impresionantes de fitosteroles saludables para el corazón. Tienen un alto contenido de lípidos, ácido oleico y linoleico que han demostrado prevenir enfermedades cardiovasculares.
La calabaza también protege a la piel debido a su alto contenido de carotenoides que colaboran con la hidratación y combaten a los radicales libres. Las vitaminas, así como las poderosas enzimas ayudan a limpiar la piel.
Además, las calabazas son excelentes para recargar energía después de una sesión de entrenamiento físico. Tan solo una taza de calabaza cocida contiene el potasio que necesita para sentirse óptimo.

Llévelas a todos lados
Las semillas de calabaza son un complemento crujiente y delicioso para las ensaladas o un excelente snack. También, proporcionan un conjunto independiente de nutrientes: grasas omega-3 y zinc, los cuales podrían ayudar a mejorar la salud ósea, calcio, hierro y una serie de fitoquímicos beneficiosos que los colocan en la categoría de superalimentos. Además, puede transportarlas fácilmente para consumirlas en cualquier momento y en cualquier lugar.
Para asar las semillas de calabaza, lávelas minuciosamente en agua fría después de extraerlas del núcleo medular de la calabaza. Extienda una sola capa en una bandeja para hornear y póngalas en mínimo en el horno durante alrededor de 45 minutos, mientras las revuelve ocasionalmente. Al agregar una o dos pizcas de sal natural ayudará que se manifieste su ligero sabor a nuez.