Pasos y tips para aprender a compostar los residuos orgánicos en casa

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Cada persona produce, en promedio, un kilogramo de residuos por día. Estimando que la mitad del total se compone de restos orgánicos, las composteras son un gran aporte a la problemática de los residuos que se generan en el hogar, ya que transforman esos desechos en un producto muy valioso para el jardín o la huerta.

¿Qué son los residuos orgánicos?

Los residuos orgánicos domiciliarios son aquellos de origen vegetal o animal que se producen en el hogar: yerba, café, infusiones, cáscaras, carozos y restos de frutas y verduras, comida en mal estado, servilletas de papel, cáscara de huevo, lácteos, huesos, grasa y otros restos de carnes rojas, pollo y pescado.

Si no son separados y tratados adecuadamente, generan muchos inconvenientes, como por ejemplo ensuciar los residuos reciclables como los papeles, cartones, plásticos, metales y vidrios, entorpeciendo la tarea de los recuperadores o el hecho de que su descomposición genera sustancias que contaminan aguas subterráneas, aire y suelos, además de desprender malos olores y ser fuente de proliferación de plagas y enfermedades.

Para evitarlo, se pueden tratar de manera segura y sencilla en el hogar mediante el compostaje.

¿Qué es el compostaje?

Es una práctica en la que se transforma biológicamente los restos orgánicos en abono. Esto es posible porque lo realizan microorganismos benéficos (hongos y bacterias) en presencia de aire y humedad, sin olores ni riesgo para la salud de las personas. También puede realizarse incorporando lombrices californianas (lombricompostaje), pero no son indispensables en el proceso.

Al compostar, se puede reducir un 50% la bolsa diaria de residuos y el compost es el abono ideal para plantas, macetas y huertas.

Al separar los residuos, los reciclabes quedan limpios y secos para que los recuperadores urbanos puedan manipularlos de manera segura e higiénica.

Se pueden compostar cáscaras y restos de frutas y verduras, yerba, café e infusiones, filtros de papel incluidos. Y otros elementos como hojas secas, servilletas que no hayan sido utilizadas para limpiar, papeles sin tinta y cáscaras de nueces u otros frutos secos.

No todo se composta

En la compostera sólo pueden ir los residuos orgánicos vegetales, las cáscaras de huevo y restos de yerba y café. Los restos de origen animal no se compostan en el hogar ya que su tratamiento es más complejo desde el punto de vista sanitario. Los restos de verduras cocidas tampoco se compostan porque al tener mucha concentración de líquidos, puede pudrir la compostera.

Otros elementos que no deben ir a una compostera en ninguna circunstancia son: heces de animales domésticos como perros y gatos, papel higiénico, hisopos, toallitas sanitarias, tampones, pañales y otros productos de higiene corporal, paños y servilletas utilizadas en la desinfección del hogar, restos de aspiradora o de barrido, medicamentos, colillas de cigarrillo y cenizas.

Los plásticos, metales, vidrios, tetrabrik, papel y cartones limpios y secos, se reciclan y se entregan a los recuperadores urbanos.

La compostera

Puede colocarse en espacios abiertos (campo o jardín) o en espacios reducidos. La compostera toma forma de contenedor plástico o de madera que debe evitar la entrada de agua de lluvia, permitir el ingreso de aire y favorecer el drenaje de los líquidos (llamados “lixiviados”) que se producen a lo largo del proceso.

Su forma y tamaño dependerá del espacio que dispongamos y la cantidad de residuos orgánicos vegetales que se generen en el hogar.

Se puede hacer de manera casera, reciclando tachos de pintura o algo que sea contenedor.

Las tres A del compostaje

Alimento balanceado (relación Carbono/Nitrógeno)

Los residuos orgánicos vegetales húmedos que se generan en la cocina suelen ser ricos en nitrógeno (N), mientras que los residuos orgánicos vegetales secos lo son en carbono (C). Nitrógeno y carbono son elementos necesarios para que los microorganismos composteros puedan crecer, desarrollarse y reproducirse.

A este balance, los técnicos le llaman “relación C/N”. En términos prácticos, por cada volumen de restos húmedos se ponen 1 ó 2 volúmenes de restos secos.

Aire (oxígeno)

Los microorganismos de la compostera precisan oxígeno para vivir. La falta de este elemento inducirá a que se desarrollen las llamadas “bacterias anaerobias” que son las responsables de la generación de malos olores. Hay que evitar la compactación de la pila de residuos y el exceso de humedad que se traduce en déficit de aire.

Por eso, se recomienda revolver una o dos veces por semana la pila, agregar residuos orgánicos secos que absorberán el exceso de humedad y aportarán “estructura”, es decir, porosidad, y evitar que ingrese el agua de lluvia, colocando una tapa no hermética.

Agua (humedad)

La pila de residuos en la compostera debe tener la suficiente humedad para que los microorganismos puedan crecer y desarrollarse. Por lo general los residuos que se generan en la cocina son muy húmedos (el 70% de su peso es agua) y al mezclarlos con los secos el nivel de humedad se equilibra.

Sin embargo, en días muy calurosos o si hay exceso de material seco puede ocurrir que sea preciso agregar agua. La clave: ni seco, ni mojado. Sino con la humedad de “una esponja recién exprimida”.