Museo Moderno de Buenos Aires: «Todo es ficción»

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El universo literario del escritor, poeta y editor Washington Cucurto, en formato de obra plástica, toma cuerpo en la muestra «Todo es ficción», inaugurada y desplegada desde este jueves en los espacios de circulación del Museo Moderno de Buenos Aires dialogando con las obras de Alberto Greco y «El ojo interminable» del Taller de arte de Hecho en Buenos Aires, mientras espera la inauguración de la exhibición de obras creadas en pandemia de 34 artistas argentinos.

La muestra «Todo es ficción» se trata de una selección breve de la amplia producción de pinturas y collages que Cucurto hizo en los dos últimos años, y que continúa el mundo ficcional que creó en sus cuentos, poesías y novelas durante más de 20 años. Se encadena de algún modo con el trabajo artesanal de la cooperativa Eloísa Cartonera de la que fue cofundador allá por el 2003, conectando desde sus propios márgenes textos y lenguajes cucurtianos.

De esta manera, sus creaciones visuales y collages, están distribuidas entre el acceso de la planta baja del museo y tres columnas de antesala a la exhibición «Alberto Greco: ¡Qué grande sos!» y el segundo piso, sobre un fondo rojo carmesí, y se exhiben desde este jueves hasta febrero de 2022 en el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires.

Santiago Vega, conocido como Cucurto -apodo surgido de sus reuniones con otros escritores- tuvo una gran exposición de obras en la muestra individual que la Galería Sendros le dedicó -que representa a Cucurto como artista- en su nuevo espacio a modo de inauguración en noviembre de 2020, en el barrio de La Boca.

Curada por Victoria Noorthoorn, directora del Moderno, la exhibición se instala en los pasillos del museo inaugurando un nuevo espacio con paredes rojas, y contó con la colaboración de Álvaro Rufiner, asesor de proyectos especiales de la institución.

En palabras de la directora el proyecto -de muestras distintas- nacido en tiempos de pandemia ubica a la institución en «un modo abierto», en un traer del afuera y mostrar sobre sus paredes de muros porosos obras, además de las exposiciones de sala, y el trabajo virtual entre otras acciones, en un intento de «diluir la fachada del museo».

Precisamente Rufiner acercó a Hecho en Buenos Aires al museo y como resultado de ese acercamiento se inauguró, la semana pasada, la exposición de los 8 artistas del taller de arte de la empresa social que trabaja con personas en situación de vulnerabilidad social y calle, con obras que de algún modo complementan, pero desde otro lugar, el universo literario del escritor que incursiona en el arte visual como herramienta expresiva actual.

Foto: Viviana Gil.
Las obras fueron seleccionadas entre un centenar de piezas de la prolífica producción reciente de Cucurto que «con la convicción de que todo es ficción, creó un potente universo visual, caliente y festivo, en el que se cruzan la vida cotidiana de las clases populares, la literatura, la pintura contemporánea y moderna, la historia y la política, para recrear en el libro y en el cuadro las potentes mezclas culturales y étnicas de dos Américas», introduce Noorthoorn.

Autodidacta, Cucurto comenzó a los 26 años a leer y escribir (su obra literaria) desde los márgenes del mundo editorial, y desde hace unos pocos años se dedica a transponer lenguajes con sus series visuales como las de Nueva York también es el Caribe y Las hermanas Mirabal, Los grandes vendedores de Once, Lola Puñales (la travesti asesinada por la dictadura militar chilena de Augusto Pinochet), Celestino (personaje tomado del escritor cubano Reinaldo Arenas), y Evita, que se presentan en la exposición.

Las influencias literarias son fuente de sus diseños así como lo que observa en lo cotidiano y en los dibujos también aparece la escritura, como el que dice «cabecita» en la obra «Eva Perón pensando en Juan Duarte», con una Eva de cabellera rubia, rostro y cuerpo moreno, afro.

Con la imagen como potencia, Cucurto va aprendiendo a medida que va haciendo, como es el caso de las pintura que le insumen su tiempo por lo que escribe poco en este momento, según refiere a Télam. Dice que «todo» le interesa como tema, y que en general son temas que «vienen de la literatura».

Retratos de escritores o músicos, escenas callejeras de vendedores de frutillas o remeras en el barrio de Once, un homenaje al escritor James Baldwin y otro a Chester Himes o a la filósofa y activista afroamericana Angela Davis, se asientan sobre papel afiche, de diario o lienzo de distintos tamaños para esos dibujos que encarnan personajes y descargan historias.

Entre ellos también está el de «Las damas de Boulogne sur mer» con unas madmoiselles de Avignon de piel oscura y origen domminicano que remiten a la obra de Pablo Picasso y la actualizan en la geografía de Buenos Aires.

Estás obras, tal vez se derivan de algún modo del trabajo en la cooperativa de Eloísa cartonera, pero el escritor indica: «Creo que todo se mezcla, pero no sé en qué punto ni cómo».

«Un día surgió y empecé con cosas pequeñas, con poemas visuales. Escribía una frase y pegaba unos papelitos y estuve un tiempo haciendo eso, y después empecé a hacer todo eso más grande», refiere sobre su actividad actual que comenzó en 2017.

«Es el mismo sistema de producción, tanto el de la literatura como el de la pintura. Siempre lo que hago es poner en funcionamiento un procedimiento, puede ser literario o como ahora que descubrí la forma de hacerlo con la pintura, con los dibujos, los materiales, los collages. Es lo mismo que hago cuando escribo, el mismo ritual», explica.

«El procedimiento para escribir es siempre algo que me ocurre o veo en la calle que sucede y después si voy a escribir leo mucho, estoy muy en contacto con la lectura, y si voy a pintar veo mucha pintura. Empiezo a tomar cierto clima de lectura o de pintura, y después pinto», comenta.

Parte de una idea original, y después surge lo espontáneo, como lo define, lo que le pasa mientras pinta, y «eso es lo inesperado», y sintetiza: «Planifico una idea mínima y después la desarrollo, y lo otro es espontáneo».

Las pinturas de Cucurto, así como sus narraciones, «nacen de una mezcla desprejuiciada de la vida callejera, la prensa, la música, el arte popular de los países (latino)americanos», intensificadas por los procesos migratorios regionales, la violencia racial, social y política, según el texto curatorial.

El torrente de cuentos orales, escritos, musicales y visuales se materializa en sus cuadros como «relatos condensados» con los retratos o escenas tomadas de una obra literaria o de la historia, que adquieren nuevas formas como en «una azarosa coexistencia definida por las consignas de nunca corregir, siempre avanzar incorporando elementos que aparezcan en la espontaneidad del hacer, y siempre a la mayor velocidad posible», explica la curadora.

La particularidad de Cucurto es el reensamblaje de historias, mezclas que ordena de otro modo, dotándolas de nuevos sentidos. Recrea y reordena el mundo a su antojo, a su imagen, tal vez como un juego de asociaciones.

En la planta baja del Moderno la serie «Los vendedores de Once» dialoga con la primera retrospectiva de Alberto Greco en Argentina, como si se pudiera interpretar nuevos señalamientos de un «arte vivo» en la obra de Cucurto.

Santiago Vega (Cucurto) nació en la localidad bonaerense de Quilmes en 1973. Poeta, editor y artista, y admirador de otros poetas, publicó su primer libro «Zelarayán» en 1998 al que le siguieron «La máquina de hacer paraguayitos» (1999), «Cosa de negros» (2000) entre otros más de veinte títulos (poesía, novela, cómics). Sus textos fueron traducidos a distintos idiomas como el alemán, inglés, persa, chino y coreano.

Con la crisis socioeconómica de 2001, fundó la editorial Eloísa Cartonera junto a Javier Barilaro y el apoyo de Fernanda Laguna en 2003, y desde entonces publicó poesía, cuento, crónica, relatos. Sus libros han sido traducidos a diferentes idiomas; mientras que sus obras visuales integraron exposiciones desde el 2014.