«Cristina robaba pero teníamos para comer, hoy tenemos que laburar»: la increíble frase que encierra el largo drama argentino

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«Ganarás el pan con sudor de tu frente, hasta que vuelvas a la misma tierra de la cual fuiste sacado» (Génesis 3:19)
«Cristina robaba pero teníamos para comer. Hoy tenemos que laburar día a día para tener algo» (Una militante de Milagros Sala)
La definición, viralizada en los últimos días en las redes sociales, más que preocupar, espanta.
Porque es muchísimo más que una anécdota. Que unas palabras dejadas caer en las redes sociales.
Espanta porque es una definición de la verdadera tragedia argentina.
La brutal y sangrante herida histórica que separa nuestro destino: los largos años –¡décadas!– de interesados y descarados gobiernos populistas, y los casi siempre fracasados esfuerzos por hacer de este país el que soñaron los nativos y también los desesperados inmigrantes que llegaron en oleadas: una nación ver-da-de-ra-men-te republicana, democrática y justa, no sólo bajo las reglas de su Constitución y de las leyes. Esencialmente, la vida y el destino que dicta la moral.
«Pan y circo», la fórmula que nació en boca de muchos emperadores romanos (y que acabó, a la larga, con el más poderoso imperio de su tiempo), se prolongó a través de los siglos y hasta nuestros días.
Y en este, nuestro país, se encarnó para muchos gobiernos como la única forma rentable de conservar el poder.
A veces con dictaduras militares, otras con ficciones, disfraces de democracia.
El pensador y estadista francés Alexis Henri Charles de Clérel, vizconde de Tocqueville (1805-1859), después de visitar los todavía jóvenes Estados Unidos de América del Norte, auguró en su libro La democracia en América que ese país sería el más poderoso de la Tierra por dos razones: su espíritu religioso y su sagrado respeto por la ley.
Una predicción que fue larga y penosamente desmentida en el resto de América. La nuestra. Cuna de próceres y de soñadores, sí. Pero con el otro platillo de la balanza inclinado a favor de dictadores, demagogos y corruptos.
Una trampa de la que sólo se sale con dirigentes iluminados hasta el sacrificio, y con un pueblo trabajador decidido a derrotarla.