Mitos sobre la alergia a la proteína de la leche de vaca

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“Es muy sencillo de detectarla”.

FALSO: La alergia a la proteína de la leche de vaca puede aparecer con síntomas inmediatos o tardíos, y muchas veces se confunde con otras afecciones, lo que atenta contra su rápido diagnóstico. Generalmente se manifiestan con dos o más de las siguientes manifestaciones: gastrointestinales (vómitos, diarreas, náuseas, cólicos), dermatológicas (erupciones cutáneas, urticaria) y respiratorias. Los niños también pueden presentar rechazo alimentario, llanto inconsolable y anafilaxia. Se estima que en promedio se demora un año en alcanzar un diagnóstico preciso de esta condición, lo que puede afectar el crecimiento normal del niño, bajo peso o baja talla.

“Para no sufrir síntomas alcanza con no tomar leche”.

NO ES ASÍ: Los niños que presentan alergia a la proteína de lecha de vaca deben recibir una dieta que no contenga productos con dicha proteína, aunque sea en mínimas cantidades: lácteos en general y otros productos que la contienen en forma oculta como ser caseína, lactosa, lactoalbúmina.
Asimismo, las madres que amamantan deben excluir de su alimentación los lácteos y derivados, además de todos aquellos alimentos que contengan el alérgeno.

“El niño puede tomar leche de origen vegetal”.

NO ES CIERTO: Está demostrado que las fórmulas a base de soja no representan una alternativa segura para el tratamiento del niño con alergia a la proteína de lecha de vaca. En estos tipos de leche la alergia cruzada puede llegar a estar presente hasta en el 70% de los casos.