Tiene nueve años, ya atravesó 42 cirugías y necesita la ayuda de todos

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Milagros Martínez tiene 9 años y nació con atresia de esófago, una malformación congénita a partir de la cual el esófago no se desarrolla apropiadamente y provoca un trastorno del aparato digestivo. La pequeña, que vive en General Racedo, a 10 kilómetros de Crespo, ya pasó por 42 cirugías y actualmente solo se alimenta por sonda con leche Kas 1000 de 400 gramos. Al mes consume 24 latas y cada una cuesta 470 pesos, por lo que sus papás, Javier y Soledad, deben contar con unos 12.000 pesos al mes.
Pero no es el único gasto que la familia debe destinar para que Milagros pueda sostener su calidad de vida. También tienen que alquilar equipamiento que para ella hoy es vital y les insume 86.000 pesos cada seis meses. Al primer mes lo tuvieron que pagar y luego consiguieron un subsidio de Acción Social para los siguientes seis. Se trata de una bomba de alimentación y de una mochila de oxígeno.
«Cuando nació estuvo internada tres meses y no podía alimentarse. Ahí le hicieron su primera cirugía y no funcionó. En ese entonces yo tenía trabajo y a través de la obra social la derivaron a la Fundación Hospitalaria en Buenos Aires, donde le realizaron varias operaciones y llegaron a unirle el esófago, tras lo cual ella pudo empezar a alimentarse por boca, pero tenía mucho reflujo, y cada vez que se dormía vomitaba. Eso le produjo en todo este tiempo una fibrosis pulmonar», contó a Diario Uno su papá, quien hace un año y medio perdió su empleo y por ende la cobertura de una obra social.
En la actualidad hay un gastroenterólogo y un neumonólogo que la atienden en el hospital San Roque, en Paraná, y un pediatra que le hace un seguimiento en Crespo.
Sin embargo, para poder avanzar en nuevas cirugías tuvieron que recurrir al hospital Garraham, en Buenos Aires, donde el 13 de marzo le hicieron una nueva intervención. Para poder viajar, Javier vendió todo lo que tenía de una despensa que había puesto para subsistir y fueron hasta allá cinco veces hasta que a la nena le colocaron una sonda gastroyeyunal.
«Desde ese día Milagros no puede comer más por boca, sino a través de una bomba de alimentación. Eso es para que no tenga reflujo y pueda sanar el pulmón afectado», dijo, y comentó que también le indicaron que use una mochila de oxígeno durante las 24 horas, con la que puede hacer una vida normal e ir a la escuela, mientras la utilice. Pero como viven en un pueblo pequeño no encontraron la forma de que alguna empresa se las vaya a cargar cada cuatro horas y era inviable que ellos viajaran cada cuatro horas a Crespo con este fin, por lo que debieron recurrir a un concentrador de oxígeno.
«La bomba de alimentación más el concentrador de oxígeno son alquilados por seis meses. Nos dieron un subsidio de Acción Social que tramitamos, pero no habían incluido en el presupuesto unas guías descartables que precisa la bomba de alimentación, y cuestan 150 pesos cada una y se usa una por día, así que hasta que resuelvan el reclamo las tengo que pagar yo. Entre la leche y eso debemos contar con 600 pesos diarios», sostuvo, y señaló que como pueden se las arreglan. Soledad hace algunos trabajos de costura y de vez en cuando Javier pega una changa, pero no tiene nada fijo y suelen pasar largos meses hasta que le sale algún trabajito para poder afrontar los costos que demanda el bienestar de Milagros. La pareja además tiene otros dos hijos: «Tiziana de 11 y Ayrton de 16, quien hace poco representó a la provincia en el Festival Nacional de Malambo», contó con orgullo el papá.