Agua: Ayuda a eliminar toxinas de la sangre. Además, no tomar suficiente cantidad de líquidos podría poner espesa la sangre y favorecer la aparición de coágulos.

Frutos secos: Su consumo ayuda a reducir el colesterol malo y los triglicéridos, grasas peligrosas para el sistema circulatorio. Comer semillas también favorece que la sangre sea más fluida.

Ajo: Protege la arteria aorta, encargada de distribuir la sangre que bombea el corazón.
Atún: Por ser un pescado azul, es una fuente importante de ácidos grasos omega 3, aumenta el colesterol bueno, reduce los triglicéridos y previene el daño de las arterias.

Jengibre: Esta raíz estimula la circulación y, si se consume de forma fresca, ayuda al estómago a absorber nutrientes beneficiosos para la sangre.

Aceite de oliva: Junto con otros aceites vegetales como el de soja y el de girasol, actúan como anticoagulantes favoreciendo la fluidez de la sangre.

Tomate: Es rico en licopeno, un antioxidante que podría prevenir problemas cardíacos, además de proteger los vasos sanguíneos y mantenerlos en un estado óptimo. Otros alimentos antioxidantes son: la palta, los frutos rojos, los cítricos, las uvas, las espinacas y las coles.