Avanzan con la construcción de casillas en predio usurpado que pertenece al IAPV

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Al norte de los barrios La Cuchilla 1 y 2, se encuentra una amplia superficie de tierra que la provincia le entregó al IAPV, ente provincial que proyectaba construir 34 viviendas en una primera etapa. Vecinos de la zona decidieron tomar el terreno y comenzar con la construcción de viviendas precarias en base a chapa y cartón.

En el final de las calles Sáenz Peña y Belgrano se encuentra el terreno en cuestión que perteneció al municipio y que este cedió al Instituto Autárquico de Vivienda. Se trata de una superficie con muchos desniveles, montículos de tierra y una zona de monte bajo y cerrado. El lugar es conocido como «la chacra de Churruarín». Lugar que estaba destinado a la construcción de viviendas del IAPV, pero vecinos de la zona, en su mayoría matrimonios jóvenes con hijos, madres solteras, decidieron hacer su ranchada en el terreno.

Es así que ya se levantaron casillas precarias, cómo las que se aprecian en los asentamientos, en base a chapa, cartón, tirantes y otros materiales para vivir; mientras aguardan por una solución para su problema habitacional.

Ayer, en horas del mediodía, un grupo de vecinos habló sobre la situación que les toca atravesar. Reconocieron que lo que están haciendo está mal, pero «otra no nos queda ante la falta de respuestas manifestaron», en la esquina de Sáenz Peña y Salaberry.

Rosa tiene 4 hijos y un marido desocupado, trabajaba nivelando la parcela que ella misma se asignó hundiendo una y otra vez una pala de punta. «No tengo otra alternativa», dijo y agregó que trabaja» limpiando casas, tarea por la que percibo 5000 pesos por mes, una cifra con la que hago malabares para darles de comer a mis criaturas remarcó», mientras miraba a sus dos más pequeños. «Uno en un cochecito y otro tomando jugo», en tanto que un tercero ayudaba a sus padres. La historia de Rosa es similar al de muchas mujeres que viven en la zona con sus padres. «Las familias se agrandan y no dan para qué vivamos todos bajo el mismo techo», expresó otra de las mujeres presentes.

Por su parte, María Ester Retamar, contó que vive en un terreno que era de su madre, pero «somos demasiados y con un solo baño», razón por la que «no puedo seguir en esas condiciones», además «tengo 57 años, edad con la que se hace difícil conseguir trabajo». Y continúa «hace dos años que me quedé sin laburo e ingreso alguno».

Otra de las vecinas que quiere tener su casa propia es Dora Ramírez, una joven que «vive en una pieza con 6 hermanos y mi nene», y por esa razón «estoy acá para dejar de estar agregados en la casa de mi madre y liberarla un poco a ella».

Otra de las mujeres, comentó que vive con su hijo, su marido y los hijos de su marido, persona que cuando tiene trabajo, hace todo tipo de changas, comemos y cuando no «la apechugamos». Por fortuna los «chicos, entresemana, concurren a los comedores escolares».

Luciana Tamara dijo que vive con su familia en una casa pequeña. «Somos 9 en total y no hay lugar para todos». Dijo que está esperando que el «municipio cumpla con la construcción de una pieza, que fue lo que me prometieron en calle Cervantes».

Exequiel García, uno de los referentes, dijo que estamos «luchando por el bien común de unas 64 familias que piensan instalarse en el lugar». De hecho, algunos ya lo «hicieron», mientras que otros «delimitaron con estacas y alambres terrenos para construir».

Remarcó que no piden nada especial, solo «terrenos para poder levantar nuestras casas, nada más que eso». Dijo que la policía en un principio «vino de buena manera a hablar, pero luego el tono cambió, quisieron romper ranchos, también llegó la infantería, por el grupo especial, en un lugar donde hay muchos chicos, la mayoría de corta edad».

Indicó que no «tienen un diálogo directo con autoridades del municipio y que comprende que meterse en un terreno de la manera en la que lo estamos haciendo no es lo ideal, pero no tenemos otra forma de hacerlo». En mi caso, puntualizó, no puedo seguir «viviendo en una casa donde habitan 12 personas».

«Sabemos que no vamos a tener respuestas en el corto plazo, pero mientras aguardamos vamos a seguir con la lucha por contar con un techo propio por más humilde que este sea», comentó.

Dijo que un grupo de personas del barrio intentó hablar con autoridades municipales, pero no tuvimos respuestas, por lo que «decidimos meternos en un lugar que llevaba años deshabitado». (El Día)