23 de abril Día Mundial del Libro: Aventuras, incendios y pasiones en “El infinito en un junco”

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El año pasado, su voluminoso y encantador ensayo El infinito en un junco, cuya bajada anuncia que trata sobre “La invención de los libros en el mundo antiguo” (Siruela), consiguió atraer los favores de los lectores y también los de la crítica. Irene Vallejo es filóloga, escritora y periodista. La filología es su carrera de origen y obtuvo el doctorado europeo por las universidades de Zaragoza (la ciudad en la que nació y aún vive) y Florencia. Colabora con diarios y revistas de su país y es autora de ensayos, libros infantiles y las novelas La luz sepultada y El silbido del arquero.

Aunque el libro fue publicado en 2019, fue el comienzo de la pandemia y el confinamiento lo que le otorgó a este maravilloso relato un espacio de privilegio en la elección de las audiencias, de modo que al día de hoy lleva vendidos más de 200 mil ejemplares en su país, 30 ediciones y semanas enteras en las listas de los libros más elegidos.

Vallejo recibió además el año pasado en España el Premio Nacional de Ensayo por El infinito en un junco, un volumen de 400 páginas que a la vez que se propone recorrer la historia de la escritura y del libro de la mano de aventuras, peligros, incendios, viajes, vivencias íntimas, evocación de atmósferas, humor, alegría y lirismo es, en sí mismo, un tejido de relatos susurrados al oído del lector. Es un libro que recorre treinta siglos de la historia del libro pero que nos habla de nuestro presente.

Con la misma pasión que se lee en su ensayo y el mismo entusiasmo por compartir hallazgos y conocimiento, la escritora habló con Infobae Cultura desde Zaragoza, una ciudad a medio camino entre Madrid y Barcelona, donde vive y donde escribió el libro sobre el que reflexiona en esta entrevista.

— Tu libro se produjo a lo largo de muchos años y muchos viajes y visitas a grandes bibliotecas como Oxford o la biblioteca Riccardiana de Florencia, donde estudiaste e hiciste un doctorado. Sin embargo, la mayoría de tus lectores han leído y leen aún el libro en medio de la pandemia. ¿Cómo vivís esa situación?

— Insólito, totalmente, porque por supuesto no sospechaba la posibilidad de esta pandemia cuando escribí el libro. El libro es un acopio de experiencias. Cuando me preguntan ¿cuánto tiempo dedicaste? Yo digo bueno, fueron unos años de mi vida pero también todo el recorrido previo, ¿no? Estoy entera en ese libro porque es un recuento de mis experiencias y de mis búsquedas, y de mis investigaciones y de mis aprendizajes. Y, como bien decías, ha llegado a manos de los lectores en un momento totalmente inesperado, por un lado, pero quizás por otro lado es también la demostración palmaria de lo importantes que son los libros en los momentos atribulados de nuestras vidas. Y hemos revivido ese poder curativo y ese cobijo, ese refugio que nos ofrece la lectura.PlayIrene Vallejo habla sobre lo inesperado que fue que la lectura de su ensayo ocurriera en pandemia.

— Sos filóloga pero también sos autora de ficción y además periodista. En tu libro aparece el yo pero también aparece el tú. Me gustaría que me cuentes cómo fue pensar eso, planificar este tremendo libro.

— Bueno, fueron muchos años porque el primer esbozo es el de mi tesis doctoral, mi época académica. Pero, claro, aquella tesis estaba destinada solamente a lectores especialistas y yo sentía que había allí un tapiz de historias que quería transmitir a un público más amplio. Después abandoné la universidad, me dediqué al periodismo, a la ficción. Y en El infinito en un junco pretendí trenzar lo mejor de esos mundos, lo que había aprendido en la universidad como investigadora. Lo que había aprendido en el periodismo para crear esa cercanía y aproximarme, salir a la busca del lector y no exigirle al lector que viniera a mi texto, y de la ficción para reconstruir espacios, atmósferas, épocas, personajes. Y quise que fuera un libro mestizo, mezcla y confluencia de todas esas experiencias juntas, y que sea un nosotros o un tú, a veces adopto la segunda persona y me dirijo a los lectores. Porque al final El infinito en un junco es el relato colectivo de un gran logro, el logro de vencer al olvido y a la destrucción que se llevaría por delante todas nuestras ideas, nuestros versos, si no luchásemos por conservarlos y la historia colectiva de cómo hemos salvado los libros y hemos conseguido que, de ser el privilegio de unos pocos aristócratas, se convirtiera en un objeto cotidiano en nuestras vidas a través de las bibliotecas, de las escuelas, y ese ha sido un tránsito a través de los siglos hasta llegar a este momento en que los libros están más presentes y más accesibles que nunca en la historia.